Por: Camilo Hernández.
La amabilidad hacia los comensales lo distinguen, su atención es de lo mejor, llega a tener tales detalles de gentileza que en fechas especiales del año obsequia una rosa o algún presente a los clientes frecuentes, como por ejemplo el “Día de las Madres” o el “Día de la Amistad”.
Cada que tiene oportunidad abre la puerta principal del restaurante para dar la bienvenida o los despide cuando se retiran, esbozando una sonrisa y con los mejores deseos en agradecimiento por la visita. El dinamismo para atender las mesas y sus recomendaciones de platillos especiales a los comensales son su carta de presentación, y definitivamente es un orgullo que esté en Tuxpan, es Enrique Villegas Cruz, de quien contaremos su historia.
“Mis inicios fueron en un restaurante que se llamó ‘La Cabaña’ por el año de 1972, empiezo trabajando desde abajo, no era ni ayudante, levantando platos y limpiando mesas, posteriormente cuando falta el muchacho que hacia las compras, me asignan esa labor, les gustó que lo hacía rápido y sin entretenerme, entonces me dejaron en su lugar, dándome 5 pesos diarios de las 7 de la mañana a las 7 de la noche, y ahí fue cuando empecé, cargando las mercancías desde la orilla del río o el Mercado hasta el restaurante”; nos cuenta, quien en sus años de juventud llegó incluso a ser boxeador, pero en su destino estaba que seguiría en el oficio que ejerce hasta la actualidad.
Luego de sus inicios en ‘La Cabaña’ que era un restaurante ubicado a un costado de lo que fue el Cine Tuxpan, hoy un negocio de hamburguesas, “tardé ahí unos dos años, después conocí a unos muchachos que trabajaban en el restaurante que se llamaba ‘Los Otates’ de Don Ernesto Ferrer, que en ese tiempo era el mejor aquí en la Ciudad, tenía una palapa y música viva, vendía la mejor paella, y mientras yo ganaba 5 pesos, ellos ganaban 10 pesos de las 7 a las 4 de la tarde, entonces fue otra etapa donde entré a la barra, y tuve un aprendizaje de abrir ostión, preparar cocteles, cafés capuchino y expres, etc., y esporádicamente los compañeros me daban oportunidad de salir al comedor, fui aprendiendo lo básico, una etapa de 11 años”.
Continúa comentando que vendría entonces un nuevo ciclo donde se consolidaría no sólo como Mesero, sino también como Capitán de Meseros e incluso Líder Sindical del gremio.
“En el restaurante del Hotel Tajín empezó otra etapa más profesional, donde había capacitadores, entré como mesero, trabajé de 1981 hasta 1990, se cierra el Hotel a causa del Ciclón ‘Diana’ en el 90, posteriormente lo abrieron nuevamente y me dieron la oportunidad de ser Capitán de Meseros, cuya función es la coordinación de todo el personal de comedor, coordinarse con el Chef y el Jefe de Barra, es una labor de equipo, así es este medio en el que nos desenvolvemos”; narró.
Mostrando sus fotos del recuerdo, expuso que en aquellos años se dieron varios momentos que trabajó en el Hotel Tajín, de 1981 hasta 1990 y luego de 1991 a 1998, en diferentes Administraciones.
Cuando Pensiones del Estado lo renta a una Compañía Dominicana que se llamó Royal de Cameron, “era muy difícil entrar porque querían gente muy capacitada, me recomendaron y tuve la oportunidad de trabajar con esa Compañía, pero ya no como Mesero sino como Barman, manejaba un promedio de 30 cocteles diferentes, me salí un 15 de septiembre y para noviembre la Compañía deja las instalaciones y se queda todo mundo sin trabajo, nuevamente se cierra el Hotel y entra al rescate Pensiones del Estado, llega un gerente con el que ya había trabajado, Sr. Porfirio Jiménez, y es cuando me invita a colaborar con ellos, y llego como Capitán de Meseros”.
Nos contó que por el año de 1997 eran los tiempos del Hotel “Maeva Tajín”, y fue ahí cuando “tuve la oportunidad de vivir una gran etapa, de mayor experiencia y de toma de decisiones, pues fui Capitán de Meseros y el segundo al mando después del gerente general, trabajé con capitanes y gerentes de otros lugares, y eso me dejó mucho aprendizaje”.
A lo largo de ese tiempo tuvo grandes experiencias, de atender en el Hotel Tajín a Embajadores, Cónsules, Gobernadores como Rafael Hernández Ochoa, Dante Delgado Rannauro y Patricio Chirinos Calero, “llegaban a la suite presidencial, se les daba una atención especial en cenas o desayunos privados, había mucha gente profesional en el Hotel que venía de fuera y de ellos aprendimos”.
Pasó un breve tiempo -en 1999- laborando en el restaurante del Hotel “May Palace”, y se abre otra posibilidad en su vida, que le daría la estabilidad hasta la fecha.
“Llegué un 17 de enero del 2000, tengo 19 años cumplidos, y en enero del próximo año cumpliré los 20, ha sido otra etapa, en todos los lugares se aprenden cosas nuevas, estamos tratando siempre de ofrecer nuestro mejor servicio”; agregó.
Al preguntarle: ¿Cuál ha sido la mayor satisfacción en éste oficio?, nada fácil, donde definitivamente para desempeñarlo adecuadamente debe nacerse con “el Don de Servicio”, ésta fue su respuesta:
“El estímulo, no tanto económico, sino el reconocimiento de las personas por la atención que les hemos dado, personas de todos los niveles, pero hay una cosa que siempre se nos inculcó en el ir y venir por diferentes centros de trabajo, de que a una persona que llegue a un lugar donde se le da la atención, no se le discrimina, se le atiende igual que a todos, porque en algunos lugares sólo te atienden bien si te ven bien vestido, se van por el lado económico”; apuntó.
Enrique ha sido “escuela” de nuevas generaciones de meseros en éste puerto, pero afirma que nunca se deja de aprender y para él es una gran satisfacción y un gusto poder transmitir sus conocimientos.
“Se tiene que tener la convicción de servirle al prójimo, yo no tuve la oportunidad de estudiar, pero éste oficio que he desempeñado durante toda mi vida me ha dado muchas satisfacciones, de tratar a diferentes personas incluso de otras Nacionalidades, y escuchar una palabra de que la atención estuvo muy buena, claro, el mérito no es únicamente mío, porque detrás de mí hay todo un equipo, desde la cocina, barra, cajera, todos participamos, el mérito es de todos en una labor de equipo”; concluyó.
*** Entre tantos anécdotas, Enrique comentó que además de estar siempre dispuesto en hacer sentir bien a los clientes para que regresen con buena atención y recomendando las especialidades de la casa, hay momentos en que se tienen que resolver determinadas situaciones, como evitar que una discusión pase a mayores, auxiliar a alguien que se pone mal repentinamente, orientar al turismo que nos visita e incluso conseguir algún medicamento, cómo una persona que le decía que tenía dolor de cabeza, y de entre su propio “botiquín” le dio una pastilla de paracetamol, así es la vida de un “mesero ejemplar”…
Muy agradecido estimado amigo, Enrique!!!.
¡Gracias por el favor de su atención!
D.M. Nos saludamos hasta la próxima entrega.