VARIEDADESPor: Camilo Hernández.
Todos tenemos recuerdos inolvidables de nuestra infancia, y hoy -disculpándome de antemano por la osadía-, quiero compartir con ustedes algunos momentos gratos que vienen a la mente.
Siempre estaba listo y dispuesto, me encantaba acompañar a mi Papá a los juegos de béisbol que fue durante toda su vida, su gran pasión. Lo llegó a jugar en su juventud, y era un fanático de aquellos grandes encuentros en la “época de oro” del béisbol en Tuxpan.
Cuando era niño, esperaba con ansias los domingos de béisbol, principalmente enfilábamos nuestros pasos al Campo Deportivo de Santiago de la Peña, donde había buenos juegos de Campeonato o algún partido amistoso.
Es destacable que Santiago de la Peña siempre presentaba un buen cuadro, tenía buenos “jonroneros” y “serpentineros” que defendían bien al de casa, era un buen Equipo en aquellos tiempos.
La fanaticada vivía con emoción esos juegos, y cuando se “volaban la barda” el griterío no se hacía esperar, retumbaba el sonido de la matraca y la gente no paraba de ovacionar al bateador que ponía arriba en la pizarra a su Equipo: “¡al decirle adiós a esa pelota!” con qué clase de “cohetón”, y no lograr el pitcheo mandar “¡a morder el polvo!”, como dijeran los comentaristas.
Entre los asistentes veía uno a personajes muy conocidos como el caso -por ejemplo- de Don Verulo Cobos, siempre vestido muy elegante, con camisa de guayabera de manga larga y su clásico sombrero, fue entonces que empecé a oír hablar de él y de otros personajes populares de la época, pero esa es otra historia...
Era mi niñez, y como todo pequeño de mi edad -6 o 7 años quizás-, el momento estelar llegaba cuando había que tomar una decisión muy difícil, extremadamente difícil: Elegir entre pedir una bolsita de cacahuates o charalitos con salsa al señor de la canasta que pasaba vendiendo, desde luego, que había otras golosinas, tamales, etc, pero para mí disfrutar de esa botana con chile, salsa y limón era la delicia del momento.
De repente, retumbaba el sonido de la lámina de algún espectador que anunciaba la carrera del empate o que acercaba a la victoria al Equipo, y tras la barrida al llegar a home, venía la felicitación de los demás jugadores por la anotación, y poner así la ventaja en el marcador.
Una ocasión muy especial fue cuando vinieron a Tuxpan los “Diablos Rojos del México”, allá en el Campo de la Barra Norte, muy bonito por cierto en aquellos años. Asistimos, el lleno era total, se trataba de un partido amistoso con los locales -de exhibición-, si más no recuerdo. Los Equipos lucían sus mejores uniformes, se veía espectacular desde las gradas aquel partido.
Y como todo niño inquieto, no perdí la oportunidad de bajar y saludar a los jugadores y pedirles su autógrafo, no llevaba pelota como otras personas, pero sí una gorra que pedí me hicieran favor de firmarme, al tiempo de saludarlos de mano, accediendo amablemente.
Recuerdo bien que la estrella del equipo en ese momento en el pitcheo era Salomé Barajas, quien se lucía desde el centro del diamante, ponchando y con ello evitando el batazo de hit o peor aún el jonrón. Definitivamente fue muy emocionante ese partido.
9 o incluso hasta 12 entradas (extra innings) para algunos podría ser un tanto agotador, pero los amantes del béisbol se quedan todavía con ganas de más, cuando se trata de este tipo de encuentros en que los jugadores brindan a su público un gran espectáculo.
9 o incluso hasta 12 entradas (extra innings) para algunos podría ser un tanto agotador, pero los amantes del béisbol se quedan todavía con ganas de más, cuando se trata de este tipo de encuentros en que los jugadores brindan a su público un gran espectáculo.
Aclaro que solo jugué con los cuates de la colonia y acaso en el campo algunos partidos improvisados, nunca de manera formal en algún Equipo, ni me considero un gran experto en dicho deporte; pero eso sí, tengo como recuerdo un bat, una pelota y dos guantes de béisbol, ahh y con el paso del tiempo también mi colección de gorras, que son algo así como mis “reliquias” que conservo celosamente.
Y quién lo diría, pasados los años, periodísticamente el Todopoderoso me daría la gran oportunidad de abordar el béisbol en varios artículos ya publicados, y también como tema de este espacio.
A mi Padre que además de la pasión por el béisbol me heredó su nombre, le agradezco -esta y muchas otras cosas-, y le envío un abrazo hasta el cielo por aquellos bellos instantes, esos días que no regresarán, pero que quedaron guardados en el corazón, ¡gracias, gracias, gracias! por aquella hermosa época.
Para él las finales de la Serie Mundial eran imperdibles, su gran afición a este deporte estuvo siempre presente, lo platicaba, disfrutó incluso hace unos años cuando se volvieron a jugar grandes encuentros en el Campo de Santiago de la Peña, “cuna” del béisbol varonil y femenil…
*** Dedicado a Don Camilo Hernández Solís, quien falleció el 4 de marzo de 2017. Su cumpleaños, el 18 de julio. Descansa en paz “Mi Querido Viejo”, cumpliste a cabalidad tu misión en la tierra, te queremos, te extrañamos, pero sabemos que estás en un lugar extraordinario más allá del sol, hasta donde hago llegar mi eterna gratitud...A Dios agradezco el haberme otorgado la enorme bendición de que fueras mi Papá, no pudo darme un mejor regalo, recibe un fuerte y cariñoso abrazo...
Foto del Recuerdo.- Cuando entrevisté al extraordinario jugador de Grandes Ligas e integrante del Salón de la Fama del béisbol -oriundo de Tuxpan-, Don Pepe Bache (Q.E.P.D.).
¡Gracias por el favor de atención!
D.M.
Nos saludamos hasta la próxima entrega.
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