¿Cómo defender lo indefendible?


Por: Cesia Carrillo Clemente.

Ante situaciones desvergonzadas, responder con la misma moneda, por mucha razón que se tenga, nunca será la mejor opción. 

Desde la óptica de la verdad, desde el punto objetivo, no hay medias tintas. No, no se trata de villanos y héroes, sino, de acciones correctas o incorrectas, realizadas por personas imperfectas, pero la premisa en cuestión es: ¿Cuál es la posición?

Podemos escuchar a nuestro presidente justificar sus acciones, contra el argumento de sus “adversarios”, diciendo tal como un niño: 

- Pero él también reprobó.

No podemos justificar una acción porque otros lo hagan. No debemos, mayormente, si nuestra posición nos lo demanda. 

Sean quienes sean los que argumente en contra de nuestras acciones, y sean las razones por las cuales lo hagan, la posición demanda que la sensatez sea el escuchar y sopesar cada demanda; máxime, porque es parte de la libertad de expresión. 

La sabiduría aprende de todo. La insensatez y necedad cuestionará a la persona, sin importar el argumento. Ad Hominem. 

No puede, nuestro señor presidente, llamar pseudoambientalitas, tal como un niño diciendo a un adulto: tú no eres mi mamá, tras una llamada de atención al infante por estar rayando cortando las flores de la vecina; porque puede tener razón en ello, pero esta estrategia (de la favoritas de nuestro señor presidente), desvía la cuestionable.

Hay cosas defendibles, y hay cosas que no lo son (obvio), pero hay cosas que tampoco merecen defenderse. Sin embargo, siempre se debe tener el respeto del puesto, la posición jerárquica o de liderazgo, como quieras llamarle, y mayormente el respeto a quienes servimos, y no responder falacias ante un argumento o pedrada, de quién venga, cuando este, aunque nos incomode, esté entre de lo defendible.


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