A veces la historia puede ser real o inventada y si nos deja alguna enseñanza, se incrementa su valor como cuento o anécdota. Este pequeño relato es real. Un puente es un medio de unión, reforzando aquello de que la unión hace la fuerza, pero complementando que: la unión con buena voluntad e intención genera una fuerza sólida, porque hay uniones aparentes, muy endebles.
En la Biblia se menciona que no deberíamos terminar el día sin haber resuelto cualquier problema con la gente cercana, pero normalmente no lo hacemos y en ese pensar y regodearnos en la ofensa construimos obstáculos que desunen, nos van impidiendo cada día ver y sentir menos el sol y dejar de recibir la calidez humana. Y entonces es común que digamos que no existe el sol, que no existe Dios y que no creemos en el hombre.
Y les complemento con algo personal, allá en mi querido terruño, Tuxpan, Veracruz, cuando por medio de OCISA entre 1984 y 1986 ayudamos a que movieran la caseta de cobro del Puente Tuxpan, para tener libre acceso entre Tuxpan y Santiago de la Peña, como parte de nuestros argumentos registramos que había siete puentes y que en ninguno pagamos, sólo en el Tuxpan, aquí entre nos les comento que era un poco parcial el comentario por que los otros seis eran puentes más pequeños, bueno, eso decíamos porque eran de menos de cien metros y el grande cubría cerca de trescientos metros, siendo: Tenechaco, Tampamachoco, Calzada, Tenechaco B que así le llamo sobre el libramiento del lado de Tuxpan, Palma Sola y Tumilco de lado de Santiago de la Peña.
Seguramente sea innecesaria la siguiente aclaración, pero preferible que sobre y no que falte, porque cuando digo que ayudamos a mover la caseta me imagino que ustedes se imaginan ver a Super Charly y sus amigos santiaguenses empujando la construcción cerca de cuatro kilómetros que fue donde quedó, pero no, hicimos trámites ante Caminos y Puentes en la ciudad de México, también con las autoridades municipales, estatales, siendo importante la participación del diputado federal, Rogelio Carballo Millán.
Y parecería que nuestra ignorancia ante los posibles obstáculos y nuestra inocencia pueblerina nos hizo pensar que si se podía, cuando otras autoridades en otros momentos no lo habían logrado y que creen, lo logramos, claro con el apoyo de más vecinos. Esas pequeñas experiencias me hacen ser positivo y confiar que si podemos lograr cosas, pero me queda claro que pocas veces las pensamos o no hacemos lo necesario para lograrlo o solo hacemos lo cotidiano y esperamos que vengan otros a que hagan esos cambios que nos son necesarios en nuestro diario vivir, tanto personalmente como comunitariamente, como país o incluso a nivel humanidad. Pero afortunadamente esa llamita no se apaga o no dejo que se apague y aquí ando de la mano de ICTU, jalando mi cajita de zapatos con su velita (sí, la del Niño Perdido ¿lo recuerdan?) queriendo dejar un poco de luz en sus vidas y cuando creo hacerlo mi vida también se ilumina.
Cuando nací, mi ombligo quedó exactamente donde inicia el puente del lado de Tuxpan, ahí vivía mi familia, Vicente Guerrero 53, anteriormente calle de La Media Luna, lógicamente antes de que se construyera el puente, fue mi puerta de entrada a este mundo y por lo mismo desde adolescente me he considerado punto de unión. Reconozco que a veces queremos encontrarle significados, digamos que especiales o mágicos a nuestro actuar o a mi cicatriz alrededor de mi muñeca izquierda. ¿Si me entienden? Esa es la ventaja de los amigos: un oído atento, una palabra adecuada, una sonrisa o incluso algún billete a veces tan necesario.
Todavía algunos tuxpeños seguimos polemizando en la fecha de inauguración del Puente Tuxpan, parece que en el día y mes estamos de acuerdo 18 de marzo, la diferencia es en el año, unos dicen que 1961, otros decimos 1962 y otros 1963. Así que ahora que la señora pandemia nos dé chance, iré nuevamente a la Hemeroteca Nacional de la UNAM para consultar periódicos de la época.
(ICTU 2012-marzo-22 jueves, revisado 21-sep-2020).