Por: Cesia Carrillo Clemente.
La sorpresa es una alteración emocional ante algo que no tenemos previsto. Totalmente inesperado.
Pero no es condicional a que nos “agarre mal parados”.
Cuántos memes, que casi, casi linchan a quienes pusieron en sus redes sociales: Sorpréndeme Año Nuevo, y es que nuestra mente se predispone a sorpresas buenas. Pero no siempre lo son. “Bueno” no es sinónimo de Sorpresa.
La risa, por ejemplo es algo beneficioso. Seguramente has escuchado la frase “Morir de risa”. Esto sucedió de manera literal. Crisopo, filósofo griego, conocido por aportes al estoicismo, un día decidió emborrachar a un burro y éste intentaba comerse unos higos. Esto provocó una carcajada al erudito y murió.
El punto con esa pequeña narración, es que hay cosas buenas que nos sorprenden y que sí o sí alteran nuestras emociones, pero he aquí el meollo del asunto ¿cómo manejamos las emociones? O ¿dejamos que éstas nos manejen?
En el ejemplo que puse, obvio eso fue inevitable, quiero suponer que más allá de las emociones que se fueron al límite, ocasionó algo físico, quizá un infarto. Y fue sorpresivo sin duda, también.
Nadie sabe lo que sucederá. De hecho nuestro caminar en la vida parece ser una sorpresa continua, pero depende de qué tanto dejamos que nuestras emociones alteren nuestra vida. Y como nadie sabe lo que pasará ni si quiera en los siguientes minutos, es necesario prepararse.
La pregunta es: ¿Cómo nos preparamos?, ¿Somos prudentes o insensatos?. Jesucristo pone un ejemplo. Habla de la construcción de una casa. Ambos escucharon un mensaje, ambos construyeron, pero la diferencia fue que la base donde edificaron fue diferente. Uno sobre arena y el otro sobre la Roca. Ambos pasaron las mismas adversidades. Pero el resultado fue diferente.
Me atrevo a pensar que aun cuando uno de ellos prevaleció con los cimientos, con todo y eso, obvio pasó adversidades, es decir, siguieron esas sorpresas que alteraban las emociones, pero había esa certeza en la roca donde estaba su edificación. Es decir, tenía un problema menos.
En nuestra vida, debemos prepararnos, para lo bueno pero también lo malo. No se trata de ser negativos, sino prudentes. Y aun teniendo esto en mente, no quiere decir que estamos exentos de los males, pero tendremos una salida más. Una estabilidad, pese a todo.