Estamos en plenas fiestas navideñas con sus múltiples manifestaciones. Tenemos convivios sociales y familiares, posadas, la rama y los preparativos para la nochebuena.
Como en todo lo público se nota un afán social por salir a las calles y manifestar su ánimo de celebración. Hay mucha gente en los espacios públicos después del encierro y miedos que trajo el COVID-19. No existen suficientes elementos para determinar con precisión los estragos que nos ha dejado ese terrible virus. Mientras doblamos la pagina la gente quiere vivir lo más cercano a la normalidad previa al virus; quiere salir, convivir y divertirse. Lo acabamos de ver en las celebraciones a la Virgen de Guadalupe el reciente 12 de diciembre, con multitudes acudiendo a la Basílica y a cientos de templos a lo largo de México. Esta navidad viene a confirmar explosivamente esa tendencia; es decir, que no todos somos formalistas, que sabemos convivir y pasarla bien, en la fe y en cualquier espacio, sin tutoría gubernamental. Esta navidad va a movilizar a la inmensa mayoría de los mexicanos; nos hace falta reencontrarnos, darnos un abrazo, celebrar la vida y compartir buenos propósitos.
Termina otro año, el 2022, con apenas unas señales de que ya estamos saliendo del azote del COVID; han sido casi tres años de incertidumbre general; dolor, muerte y quebranto. Con gobiernos incompetentes aumentaron los contagios y las muertes. Casi nada se sabe, con autoridades dedicadas a la pachanga principalmente, de los efectos económicos y de salud mental en la población; tampoco de los efectos en la educación en cuanto a deserción y aprovechamiento; y menos en lo que pasó con los las familias donde se supone renació la violencia con gran fuerza. Este año 22 ha sido difícil para los libres, los independientes y los rebeldes. Como siempre el poder sólo atiende a sus seguidores y desdeña al resto de voces e inquietudes. El año 22 ya se terminó prácticamente, lo que se hizo ya está; lo que no se logró tendrá que posponerse. No es mala la costumbre de hacer un balance, en lo individual y lo colectivo, sobre lo realizado; permite observar los detalles de los actos y poner en la balanza lo que se hizo. Es un sano ejercicio de auto crítica; sirve para reconocer y mejorar.
Viene el año 23 con más sombras que luces, con amenazas reales a nuestra todavía frágil democracia, con retos enormes de desarrollo social y del Estado de Derecho. La clave para avanzar en todos los sentidos radica en abrir una temporada de tolerancia, de respeto a la pluralidad y apego a las reglas democráticas. Es perfectamente posible que se encuentren o comuniquen todos los que andan con la idea de un cambio.
Viene el año 23 para que lo vivamos con ideas claras y compromisos con las causas sociales. Pasamos por una ametralladora verbal y un relativo adormecimiento social. Sin la gente, informada y sin presiones de más es difícil que la ciudadanía se exprese antes y después de las elecciones. Son tiempos de esperanza, la vida sigue.
Recadito: mis deseos grandes de que pasen una feliz navidad con sus seres queridos.