Espino, Historia y Leyenda


 Al Bat

Por: Jesús Alberto Rubio.

En la rica historia del beisbol mexicano habrá de perdurar por los tiempos de los tiempos el nombre de Héctor Espino González.

Exactamente: Héctor Espino, el inmortal No. 21.

Un protagonista universal del deporte rey que trascendió fronteras y quien incluso tiene un espacio dedicado a él como homenaje a su trayectoria en el Salón de la Fama del Beisbol de Ligas Mayores con sede en Cooperstown, Nueva York.

Un personaje inolvidable que tiene nichos de oro a manos llenas:

1.- Salón de la Fama del Beisbol Latino Hispano de República Dominicana (2010).
2.- Salón de la Fama del Béisbol Mexicano (1988).
3.- Salón de la Fama del Béisbol del Caribe (1988).
4.- Salón de la Fama del Deporte Chihuahuense (1989).
5.- The Baseball Reliquary, Inc. (Santuario de beisbol con sede en el Sur de California (2010).

Además, su memoria está perpetuada a través de estatuas alrededor de los estadios Monterrey, “Manuel L. Almanza” de Chihuahua y el Sonora, en Hermosillo. Incluso, el inmueble donde jugaron los Naranjeros de 1972 a 2013, lleva su nombre. Allí el equipo capitalino ganó doce de sus 16 campeonatos, la máxima cifra de títulos en este beisbol invernal.

Con Espino como figura principal, los Naranjeros ganaron 8 banderines y el primer título para México en la Serie del Caribe de 1976.

Relevantes hechos

En la Convención del Béisbol Mexicano de 1997 efectuada en Oaxaca, se acordaron tres relevantes puntos:

1.- Se aceptó por unanimidad que a partir de 1998 se retirara el No. 21 del beisbol de la Liga Mexicana del Pacífico (LMP) y Liga Mexicana de Béisbol (LMB).

2.- También se acordó que a partir de 1998 se instituyera el Trofeo “Héctor Espino” al Jugador Más Valioso de la ahora llamada –desde la edición 2020-2021 como Liga Arco Mexicana del Pacífico.

3.- Pedro Treto Cisneros, entonces presidente de la LMB, anunció que enviaría el currículum profesional de Héctor Espino al Salón de la Fama en Cooperstown con el fin de que se valore su dimensión como enorme pelotero en todos los circuitos donde vio acción el No. 21 que tan sólo en la Mexicana del Pacífico estableció ¡46 liderazgos!

Debo advertir/recordar que Cooperstown ha recibido con nichos de oro a grandes peloteros que, sin jugar en Ligas Mayores, por sus notables registros, se ganaron un sitio especial en ese recinto.

Jugadores de Ligas Negras y de otros circuitos profesionales de habla hispana que por el color de su piel se vieron impedidos hasta antes de 1947 de ser contratados por los equipos de la Gran Carpa.

Hablo de los ya inmortales en ese recinto sagrado, Jud Wilson, Sol White, Frank Grant, Martín Dihigo, Alejandro “Caballero” Oms, Williard Brown, Mule Suttles, Walter “Buck” Leonard, Josh Gibson, Cristóbal Torriente, “El Diamante Negro”, José de la Caridad Méndez…


Por ello, salta de nuevo la pregunta: ¿Por qué no considerar a Héctor Espino para el Salón de la Fama del Béisbol de Ligas Mayores?

Las honorables estadísticas de Espino hablan por sí solas: conectó 484 jonrones en Ligas Menores, un récord vigente en ese nivel: en la Liga Central, 28; en la Mexicana, 453 y tres en Jacksonville, Triple A, sucursal de los Cardenales de San Luis (En 32 juegos: 3 jonrones, 15 CP y .300).

En la LMB tenía el récord de jonrones (453), pero llegó por una época la pelota voladora llamada Comando y Nelson Barrera y el 6 de mayo de 2001 lo superó (terminó con 455) para tener la marca vigente.

En lo general, en toda la trayectoria de Espino, sumando sus obuses de vuelta entera alcanzó 794, cifra superior a las de Barry Bonds (782/esteroides, con 20 en las Menores); Hank Aaron (755) y Babe Ruth (714), más uno en Ligas Menores.

Así las cosas, Héctor Espino, sin necesitar sustancias químicas para mejorar rendimiento y musculatura/fuerza, es el segundo mejor de todos en la historia de cualquier pelota profesional con Sadaharu Oh (868 en Liga Mayor de Japón) y dos en sucursales para un total de 870 es el máximo líder.

En el renglón de carreras impulsadas, vital para ganar juegos en el béisbol, consiguió 2,650… por 2,297 de Aaron.

Títulos de bateo

En títulos de bateo en un circuito, 13 en la LMP (Ty Cobb logró 12 en la Liga Americana y de por vida, 18, (LMP y LMB), por 12 de Cobb.

Además, en la LMP tiene el porcentaje de bateo más alto en una temporada .415 (1972-73). Antes, en la campaña 62-63, también superó los .400 (.402). Y algo más: ostenta en el mismo circuito la marca de más temporadas consecutivas siendo campeón bateador (6).

Con más trofeos JMV

“El Niño Asesino” ostenta la marca de más trofeos como Jugador Más Valioso (6): Supera a Jimmie Foxx, Joe DiMaggio, Yogi Berra, Stan Musial, Mickey Mantle, Roy Campanella, todos empatados con 3.

También tiene un título de bateo con más edad: A un año de retirarse, “para callar bocas”, en 1983 a sus 43 bateó .316 en LMP; Ted Williams, 40, con logró .328 en 1958.

Novato del Año

Fue Novato del Año en 1962 con los Sultanes de Monterrey donde ganó el título de carreras producidas con 105, empatado con Alonso Perry. Es primero en carreras anotadas con 106, dispara 23 jonrones y termina con porcentaje de .358.

Sus 46 cuadrangulares

En 1941 Josh Gibson con los Azules de Veracruz de la LMB implantó una marca que parecía imposible de romper con 33 jonrones; sin embargo, en 1960 apareció Aldo Salvent pegó 36 y luego en 1963, Ronnie Camacho apantalló con 39.

Al siguiente año, vendría Héctor Espino con 46 y de no haberse ido un mes a jugar con Jacksonville, seguramente habría conectado mínimo unos diez más.

Ese récord de Espino se mantuvo hasta 1986 cuando Jack Pierce jugando con los Bravos de León pegó 54, sólo que en esos años imperaba la pelota Comando y pues… ese es el récord actual en una campaña.

En el verano obtuvo cinco campeonatos de bateo y cuatro de jonrones; produjo 1,573 y conectó 2, 752 hits. Promedió de por vida .335.

En el invierno, la ley del tolete

En la Invernal de Sonora (60-61), en su debut en 1960-61 fue campeón bat con Naranjeros pero el título de Novato del Año se lo dieron a Héctor Rodríguez, de Empalme, un jugador que bateó sólo .232; eran los años en que se daba esa nominación a los jugadores locales, regionales.

Fue campeón bat con .380 (nadie en aquella edición pegó sobre .300); fue también el mejor en jonrones (10), empatado con su compañero Andrés “Avestruz” Rodríguez; hits (70) y anotadas (37). En impulsadas su subcampeón (38) por 41 de Juan de Dios Villarreal.

En este circuito fue líder de bateo en 13 temporadas, seis veces fue el Jugador Más Valioso del torneo, ocho veces líder de producidas, con 11 campeonatos de slugging, siete títulos de jonrones; 299 cuadrangulares y 1,097 impulsadas, concluyendo con un porcentaje global de .329.

Obtuvo tres Triples Coronas de Bateo y mantiene el récord de más impulsadas en una campaña (83) y el liderazgo en todos los tiempos con 8 temporadas siendo el mejor en esa especialidad.

Otro liderazgo fue cuando a la defensiva ganó el Guante de Plata en 1975, como el mejor inicialista de las Ligas Menores.

En Series del Caribe

Espino, como ya anoté, también es miembro de Pabellón de Seris del Caribe tras participar en siete clásicos y dejar los siguientes números:

En su primera participación en febrero de 1971 bateó .348; y en la del 74 celebrada en Hermosillo fue campeón bateador con .429 y JMV, integrando la Novena ideal.

El 75 impresionó con dos cuadrangulares en un partido ante Venezuela en el Hiram Bithorn de Puerto Rico, siendo líder en la especialidad con dos empatado con Rafael Batista, Willie Montañez, Adrián Garrett y Bobby Tucker.

En 1976 en Dominicana ayudó a los Naranjeros y México a ganar el primer banderín en estas series, siendo líder en impulsadas (7), terminó empatado en primer lugar de jonrones con 1 y volvió a ser el JMV y se le seleccionó para el Equipo Ideal.

En 1982 fue su última intervención cuando Hermosillo una vez más fue sede, precisamente en el estadio que en 1976 había sido bautizado con su nombre.

Total, dejó un promedio de .297 con 5 dobles, 6 jonrones y 22 producidas.

El mejor bateador mexicano

Espino, sin duda, ha sido hasta hoy el mejor bateador mexicano …  de  otra dimensión bateadora.

Por ahí alguien se preguntó: ¿Cuál fue la verdadera cualidad de Héctor Espino?

Y se dijo así mismo: Todos hablan de sus jonrones pero su verdadero valor fue su dominio de la zona de strikes con una formidable vista, tanta que sus compañeros de equipo decían a manera de broma cada vez que pegaba jonrón: “ha dado otro biscazo”.

Pero si de apodos se trata, ya sabe usted, también le llamaban “Bambino Mexicano”, “Niño Asesino”, “Supermán” y “Rebelde” de Chihuahua, entre otros, que elevaban su categoría como el máximo jonronero de su época.

Con o sin jonrones, Héctor fue un bateador único; sus números valiosos son increíbles en un bateador poderoso.

El héroe de la pelota mexicana y del Caribe nació el 6 de junio de 1939 en la ciudad de Chihuahua --calle Justiniani y 34--, siendo el cuarto de ocho hijos de un transportista de materiales de construcción.

Su infancia se desarrolló en un ambiente propicio para jugar béisbol, al lado de sus hermanos, en los campos llaneros de la famosa colonia Dale.

Esta historia de su infancia, juventud, arribo a la pelota profesional y su aparición en la entonces Liga Invernal de Sonora, aquí la puede también leer: http://beisbolredes.blogspot.com/2020/09/el-arribo-de-espino-la-invernal-de.html

Habla su hijo Héctor (Teto):

“La vida de mi papá fue muy tranquila; le gustaba mucho estar con mi mamá (QEPD) y mis hermanos. Disfrutaba mucho la casa en donde leía con gran frecuencia y veía todos los trofeos, diplomas, que se ganó en su brillante carrera.  También le gustaba mucho asar carne, ver películas mexicanas y escuchar música ranchera.

Siempre nos dijo que le gustó jugar en las dos ligas /LMP y LMB), teniendo un respeto y entrega a los equipos donde militó. Nunca le reclamo a los ampayers porque decía que eran humanos y hacían su mejor trabajo posible.

Como padre y esposo fue formidable; tenía más récords en su casa que en los estadios de béisbol y mira este detalle, Jesús: mucha gente y aficionados lo recuerdan como un pelotero muy serio, pero no era así. Incluso la relación con reporteros siempre fue buena y a nadie le negó una entrevista.

La amistad que tuvo con Miguel “Pilo” Gaspar fue inolvidable. Era su “rummie” y ni me preguntes si tuve el gusto de conocerlo y tratarlo.

“Pilo” le decía “Bambino” a mi papá.

Fueron grandes compañeros y amigos; polos opuestos en personalidades y carácter; uno serio y otro bromista, dicharachero, con anécdotas a flor de labio.

La vida los unió por muchos años y la afición los admiró en sus mejores épocas en los diamantes.

Cuando coincidían en un equipo, siempre se les veía juntos; en el dogout, los vestidores, hoteles y calles citadinas… uno bromeando, el otro, serio, escuchando, con leve sonrisa y con plática tranquila.

Pero… hubo algo más que los enlazó: un 7 de septiembre, aunque de diferente año:

Miguel “Pilo” Gaspar, nació un 7 de septiembre de 1929, en Empalme; Héctor Espino murió un 7 de septiembre, de 1997, en Monterrey.


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