Por: Jesús Alberto Rubio.
A propósito de Juegos de Estrellas, recordemos que en nuestra región fue el 1 de enero de 1959 cuando la entonces llamada Liga Invernal de Sonora celebró el primer partido de esa naturaleza en el extinto Estadio Abelardo L. Rodríguez de Guaymas.
Era la primera edición del circuito invernal de aquella rica época beisbolera tras la conclusión de la famosa y poderosa Liga de la Costa del Pacífico de tantos hechos históricos.
Sobre este tema, en su momento el colega Marco Antonio “Kilochas” Rodríguez, desde Ciudad Obregón, nos mencionó los jugadores de aquel histórico encuentro y su resultado:
Por el equipo de la Zona Sur jugaron David García, Felipe “Burro” Hernández, Ray Zonta, Ronnie Camacho, Francisco Luzanilla, Ernesto “Caballo” Jaramillo, Saúl Villegas, Federico Bojórquez, Jesús “Coneja” Sánchez, Feliciano Godínez, Eduardo Escalante, César Gutiérrez, Guillermo “Gato” Vázquez, Alejandro García, Librado Ceceña y Romualdo “Changarro” Urías.
Y los de la Zona Norte: Florencio “Chico” Estrada, Alfredo “Yaqui” Ríos, Alfredo “Keki” Pérez, Roberto “Chamaco” Vea, Manuel Magallón, Humberto Rodríguez, José Medrano, Juan Antonio Chan, Juan Monge, José “Chino” Ibarra, Andrés “Balazos” Martínez, Mauro Contreras, Luis Nevárez, Julio Alfonso y Jesús “Cochinada” Mendoza.
Ante un gran lleno, la Zona Sur ganó 2-1.
Obviamente, contando con poquito más de siete años de edad no perdí la oportunidad de disfrutar de aquellas incidencias al lado del Beto Galindo, mi inseparable amigo de infancia.
MLB: primer Juego de Estrellas
Debe usted saber que fue el periodista Arch Ward, un brillante editor deportivo del Chicago Tribune, el autor de la brillante idea de que a partir de 1933 se efectuaran los Juegos de Estrellas en la Gran Carpa.
Sin embargo, la historia nos dice que en principio su propuesta no prosperó ante el enérgico Kenesaw Mountain Landis, quien en 1920 había sido nombrado el primer Alto Comisionado del beisbol de Grandes Ligas a raíz de la expulsión de ocho Medias Blancas de Chicago, acusados de venderse a los apostadores en la Serie Mundial de 1919 contra Cincinnati.
Pero Arch Ward no cesó en su objetivo.
Insistió tanto en su propuesta que, finalmente, lo convenció, para enseguida presentar la idea a los dueños de los equipos que aprovechando la celebración en ese año en Chicago de la Exposición “Century of Progrese” (Un Siglo de Progreso) decidieron programar el encuentro como parte del gran evento, con fecha del 6 de julio de 1933.
Su sueño se había hecho realidad. Incluso, el Trofeo que se entrega al Jugador Más Valioso de cada Clásico, lleva precisamente su nombre, Arch Ward.
Para aquel histórico primer Juego celebrado en el viejo Comiskey Park, los aficionados seleccionaron tanto a los jugadores como a los mánagers John McGraw, de los Gigantes, y Connie Mack, de los Atléticos de Filadelfia. Ambos estrategas, volvían a enfrentarse desde aquella Serie Mundial de 1913 ganada en cinco juegos por el legendario Mack.
Bueno.... el escoger a tan famosos timoneles, tuvo mucho de sentimentalismo:
Mientras que McGraw, conocido como “El Pequeño Napoleón”, se había retirado por motivos de salud a media temporada de 1932 (en febrero del 34 moriría a sus 60 años de edad), el gran Connie Mack llegaba al frente de sus Atléticos por 32 años consecutivos como mánager/propietario.
“The Dream Game”
Los fanáticos habían escogido a Carl Hubbell para que abriera el Juego Estelar por la Nacional, pero McGraw decidió subir a Bill Hallahan, de los Cardenales, quien perdió el encuentro.
Y es que en ese año Hubbell impactaba con su pitcheo.
Durante esa campaña del 33 logró 10 blanqueadas, la mayor cifra desde 1916; ganó 23 juegos y tuvo la efectividad más alta en la historia para un lanzador zurdo en 300 innings o más, con 1.66. Por supuesto, fue el Jugador Más Valioso de la Nacional.
Luego, en la Serie Mundial en la que Gigantes ganó en cinco juegos a Washington, se acreditó dos juegos sin permitir carreras limpias, con 16 ponches en 20 episodios.
Por la americana abrió Vernon “Lefty” Gómez, el Yankee alegre, vistoso y peculiar, quien luego de impulsar en el segundo episodio la primera carrera con hit, se llevó la victoria en tres entradas, con dos imparables y sin admitir carrera.
“Lefty” Gómez, hizo historia al ser el pitcher que hizo el primer lanzamiento y en producir la primera carrera en los spikes de Jimmie Dykes, en estos juegos de media temporada.
Cabe anotar que, en los dos primeros clásicos estelares, fueron los aficionados quienes seleccionaron a los mánagers y jugadores, pero ya en el tercero, los magnates de los equipos decidieron quiénes iba a integrar cada equipo.
De Hubbell a Valenzuela
Ante 48 mil 363 aficionados, el inmenso Polo Grounds de Nueva York fue en 1934 el escenario del segundo Juego de Estrellas y ahí se presenció un acontecimiento que quedó registrado para la historia.
Ahora sí, el principal protagonista lo fue Carl Hubbell: abanicó a cinco consecutivos y con ello impuso el récord que Fernando Valenzuela empató en el Clásico de Estrellas de 1986 celebrado en el Astrodome de Houston al ponchar en el quinto episodio a Don Mattinlgly, Cal Ripken Jr. y Jesse Barfield, continuando la faena en la sexta con Lou Whitaker y Teodoro Higuera.
En aquel 1934 Hubbell electrizó a la fanaticada al ponchar seguidos a Babe Ruth, Lou Gehrig, Jimmie Foxx, Al Simmons y Joe Cronin, las mejores estrellas cotizadas de aquella época.
Hubell dejó el partido ganado 4-0, pero ese choque lo ganó la Americana 9-7 cuando entre la quinta entrada Lon Warneke, de los Cachorros y Van Mungo, de los Dodgers, admitieron seis carreras producidas por Simmons, Cronin, Earl Averill y Red Ruffing.
Carl Hubbell lanzó tres entradas con dos imparables y seis ponches, también marca de la época.
Joe Cronin, de Senadores y Bill Terry, de Gigantes, fueron los mánagers de cada selección.
El Toro y Gooden
En el 84, Valenzuela y Dwight Gooden ya habían pasado a la historia cuando abanicaron a ¡seis seguidos! En el Clásico de Estrellas efectuada en el Candlestick Park de San Francisco:
En la cuarta, “El Toro” ponchó seguidos a Dave Winfield-Reggie Jackson-George Brett y luego en la quinta el novato sensación de ese año, Gooden, hizo lo mismo con Lance Parrish-Chet Lemon-Al Davis para establecer la marca combinada.
Hay muchos más detalles, pero por hoy en suficiente porque en un descuido y sin “querer queriendo” podría en esta mañana tomar el vuelo a Denver, saludar al Vinny Castilla y enseguida a disfrutar el Home Run Derby y mañana el All Star Game.
Digo, ¿no?