Por: Cesia Carrillo Clemente.
Lo que nos falta o nos sobra, es el tiempo. La mente humana anhela ser el dueño del tiempo, pero por más que se proyecte, no es así. Somos parte del tiempo, pero no tenemos el tiempo en nuestras manos. (No, no hablo del reloj).
El tiempo puede ser el mejor consejero, si lo usamos correctamente. El tiempo puede ser desperdiciado pero nunca, nunca podemos recuperarlo.
Lo curioso es que del tiempo podemos aprender. No hay ni un solo día igual, pero los seres humanos sí solemos caer en las mismas cosas si no sabemos medir los tiempos. ¿A qué me refiero?, pues, si observamos el reloj, en distinta luz, pero dos veces al día las manecillas en están en la misma posición. Gracias a Dios por las lumbreras, pues nos ayudan a identificar y clasificar el día y la noche. Pero en términos de aprender a observar, en la historia de la humanidad hemos cometido una y otra vez los mismos errores.
En distintas épocas, pero pareciera que las manecillas de nuestro reloj humano se detiene en el mismo lugar. Lo más triste es que no nos detenemos a observar y quizá ver aquellas cosas que nos muestren que vamos por el mismos rumbo, y en vez de detenernos, desafiamos las cosas. ¿Pero de qué hablo?. De muchas cosas y nada en específico. Por ejemplo: En épocas pasadas la moralidad estaba por los suelos. A lo malo le llamaban bueno y lo bueno se cuestiona. Pasan las generaciones, y creemos descubrir el hilo negro.
Cada generación le echamos la culpa a las pasadas de nuestra actualidad, pero estamos contribuyendo a que las futuras generaciones también hagan lo mismo y nos critiquen.
No hemos aprendido de la historia que el rumbo por donde vamos es nocivo.
Hoy se legislan y aceptan leyes que distorsionan aquello que suele medianamente hacer que esta sociedad no colapse. Al paso que vamos, supongo que no necesitaremos de abogados, pues nada de lo que era “malo” ahora lo es, entonces…¿para qué una ley?.
Al punto que quiero llegar, es que no es este tiempo nada más, pues eso de “Un pueblo sin ley” retumba en cada generación, y no, no ha funcionado.