Violinista con más de 90 años de edad, artista nuestro...

 

Por: Inés García Nieto.

A sus 93 años, Pedro González Rosas toca muy bien las rancheras, los corridos y uno que otro vals. Serio como es y ha sido siempre, se coloca el violín en el hombro y hace sonar las cuerdas del querido instrumento, según la melodía solicitada. 

A las 11 de la mañana de un lunes de agosto de 2019, Pedro ofrecía sus servicios de músico en la avenida Colón del municipio de Nogales. Ese día aceptó platicar parte de su historia con la promesa de ser contratado por quien esto escribe, y por ellos, él y su recién desposada pareja, María Torres Mezhua, aceptaron sentarse unos minutos.

La primera pregunta fue: ¿De dónde es usted Don Pedro?

De Huiloapan, vivo en Paredón Viejo. Ahí nací en 1926.

¿Sus papás eran de Huiloapan? Responde con su voz grave de hombre que se acerca al siglo de vida:

No, ellos nacieron en Soledad Atzompa, pero mi papá dedicado a la venta de leña y  carbón, quiso bajar a vivir aquí y compró un pedazo de tierra en Paredón Viejo. Ahí nacimos mi hermano y yo. Solo fuimos dos hermanos, pero él ya murió.

¿Cómo se dedicó a la música?

En Huiloapan había músicos y a mi gustaba oírlos, por eso a los 15 años mi papá me compró una guitarra y aprendí a tocar allá mismo. Me llamaron los músicos de Huiloapan y con ellos toqué hasta los 20 años, pues después otros músicos me invitaron a formar un trio y así empecé a salir a Veracruz, Tierra Blanca, Cosamaloapan, Alvarado, Tlacotalpan…

¿Qué tocaban en esos lados?

De instrumento teníamos violín, guitarra, guitarrón, y vihuela; de música tocábamos puras rancheras. Me acuerdo de “Cucula”, “El Herradero”, “Hay Jalisco no te rajes”, y un montón de canciones.

 ¿Cuánto ganaba usted?
 
100 pesos, mientras que en el campo apenas si ganaba 5 pesos. El trío cobraba 300 pesos la hora, y a mí me tocaban 100…era buen dinero porque la comida era barata: 3 centavos los chiles, las calabacitas, no como ahora que todo sube y sube.

¿Y a qué edad se casó usted?

Yo no me case. Yo me entregué a la música, toda la vida toqué. Esta María es mi mujer porque primero nos juntamos y después nos casamos. Yo la conocí porque andaba vendiendo cloro en las calles.

María Torres, toma la palabra y responde en lugar de Pedro González Rosas:

Yo era casada, pero me quedé sola muchos años porque mi marido me dejó por otra mujer, entonces me dediqué a vender todo lo que podía, y así en la calle me conoció Pedro. Nomás tuve una hija que ya es casada, tiene cinco niños y vive aparte. A veces la vamos a ver.

¿Y qué le gustó de Don Pedro?

Pues que me dijo: Nos vamos a juntar porque tú eres sola y yo también. Así nos juntamos.  

¿Ustedes se enojan? Ellos responden juntos a la vez y con seguridad.

No, no ¿Por qué? Contentos cenamos, contentos comemos, contentos andamos. Lo que se nos antoje comer, ahí está el dinero, yo como a buena hora.

¿Qué comida le gusta más?
.
Todo. Si Dios nos socorre comemos bistec, pollito, y si no, lo que sea es bueno.  

¿Cuánto gana usted Don Pedro, en un día?

De cien a 150 pesos. Toco en fondas, lugares donde hay comensales, y ya al atardecer nos vamos a la casa, porque allá por donde vivimos también asaltan.

¿Y a doña Mary que canción le canta usted?

No, ya no le canto, cuando la conocí, sí…le cantaba “Qué milagro chaparrita” y otras más. 

¿Qué le gusta de ella? ¿Sus ojos risueños, su pelo, su naricita…?

Don Pedro se ríe y tose. Responde: Cualquiera…

Pedro González Rosas y María Torres Mezhua se casaron el 14 de febrero de 2017 en Huiloapan, Veracruz. Lugar donde se dice, Hernán Cortés casó a la “Malinche” con uno de sus hombres de confianza.

Don Pedro tenía, el día de las Bodas Colectivas, 91 años, y ella 86. De regalo recibieron vasos, platos, cucharas…

En 2020 no se les ha visto más en las calles de las poblaciones del Valle de Orizaba, poblaciones que años atrás dieron vida a la gran industria textil, donde se elaboró  tela cien por ciento de algodón, exportada principalmente a Estados Unidos.

A Pedro y a María nadie los extraña con esto de la pandemia; ojalá el amor les haya permitido salvar la vida como ocurrió a Fermina Daza y a Florentino Ariza, sobrevivientes del cólera en 1833.  

(Artículo y Fotos tomados de la página de la Autora:"Mirada a Distancia">>> http://miradaadistancia.blogspot.com/). 
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