Todos tenemos la capacidad de formar ideas y de relacionar la realidad con cada cosa almacenada en nuestra mente. Muchos de esos pensamientos no llegan a ser más que espuma o viento. Las ideas vuelan y se no consolidan.
Diariamente tenemos aproximadamente unos 60,000 pensamientos, entre los que destacan negativos, positivos o repetitivos, según un estudio científico. En un corto periodo de tiempo, como de un minuto, tenemos aproximadamente 15 pensamientos. Pero seamos sinceros, de esos 15 pensamientos ¿en cuántos meditamos o nos detuvimos a crear algo más que espuma?
El estrés es un enemigo o aliado de los pensamientos. Es enemigo al permear y monopolizar los pensamientos, sobre los problemas o aquello que nos asecha, oprimiendo así el flujo de pensamientos positivos para encontrar una solución. Por otra parte, es un aliado, precisamente para formular pensamientos; lamentablemente, la mayoría serían negativos.
La ociosidad es igual otro enemigo, pero para nada un aliado. No es una estancia de consejo, al contrario, esta te lleva a apaciguar todo tipo de ideas, caer en la monotonía, encontrar sin sabor en la vida y formular pensamientos improductivos. Aunque cabe resaltar, que la persona ociosa, puede creerse más sabio que todos los demás, pues quizá tiene tiempo “suficiente” para filosofar en la inmortalidad del cangrejo, pero no hay actividad que respalde… así que debemos aprender a escuchar los pensamientos o ideas de ociosos, y filtrar todo consejo que venga de esa fuente.
Para exteriorizar los pensamientos tenemos un sinfín de canales. La comunicación oral, escrita, kinésica y más. Todo tipo de comunicación es eficaz siempre y cuando el pensamiento se piense antes. Ya sé que parece un trabalenguas. Pero las palabras tienen un poder cuando estas se analizan y se buscan las adecuadas para externar un pensamiento. Y cuando hacemos esto, damos paso a otras cosas como los sentimientos, formar empatía, prudencia u otras cosas que evitarían que cada pensamiento sean gritos desesperados incongruentes.
Hablando de congruencia. Cada pensamiento tiene un peso mayor cuando hay integridad en la idea con lo exteriorizamos y el canal que usamos para comunicarnos. Es así como el mensaje de nuestro pensamiento cobra relevancia y fuerza. Si decimos una cosa que en realidad no lo pensamos, muy probablemente no tenga esa veracidad. Pero viene algo interesante… si queremos volvernos más positivos, y tener pensamientos más positivos, debemos decirlo en voz alta, o buscar cosas, ambientes que alimenten a nuestros pensamientos y nos alejen de toda negatividad, de esta manera se vuelve algo cíclico y necesario uno del otro. Es decir, escuchamos, olemos, palpamos, vemos, cosas que alimenten a nuestra mente con cosas agradables y positivas y esto a su vez, al próximo pensamiento trae un soporte mayor para formular ideas o pensamientos mejores.
Si nuestro entorno no es de lo más sano, generaremos pensamientos incorrectos.
Pensemos el Pensamiento.