La Entrada Triunfal...

Por: Cesia Carrillo Clemente.

No solo se trataba de entrar a aquella ciudad, sin pasar desapercibido. Estaba escrito todo lo que iba a acontecer y así fue. Una a una, señal por señal, se cumplió y nadie reparó en lo que posterior a ese día iba a suceder. Digo, todo se iba cumpliendo, sin embargo, ese momento de euforia y alegría, ese momento de entusiasmo al verle entrar, los llevó a gritar: oh sálvanos.

Pero…¿qué difícil es hablar sin entender?. Esos mismos que sabían necesitar ser salvos, le gritaron “crucifícale”. ¡Qué difícil es saber que en nuestra condición  necesito ser salvo, pero ni siquiera entiendo de qué, además me acomodo al: si los demás están peor, pues ya ni modo!.

Es increíble cómo una persona puede trastornar todo un sistema político, cultural, religioso y más…y que sus enseñanzas trasciendan y a diferencia de otras buenas enseñanzas, fue el único que dijo: soy el camino, soy la verdad y soy la vida. Es decir, ese que entró en medio de tanta algarabía de la gente, no solo señaló un camino, sino que lo mostró y rompió (y rompe hasta nuestra actualidad) eso tan horrible de la mayoría de los seres humanos: decir ser y hacer otra cosa. No señor, el dijo ser y es hasta hoy, pues sus acciones demostraron y demuestran todo eso que en su caminar por la tierra anunció. De tal manera amó…que no escatimó su linaje, ni su posición, que murió. 

Para que hiciera esa Entrada triunfal, no fue cosa solo de ese día. Fue un plan de miles de años,  desde aquél momento, en que la humanidad por su soberbia y orgullo dijo: no necesito a Dios. Me creó pero ahora puedo ser como Él. 

Ese día algo se rompió, no poder Dios lo haya querido, sino porque por sí solo pasa y hay consecuencias, sin embargo, pudo destruir todo y listo, pero decide amarnos, porque no puede negarse así mismo, sino porque Él es amor. Es decir no solo da amor, si no que Él es.

Y así…desde ese momento comenzó el plan. Que por años buscó anunciar para que la humanidad volviera a ese amor. Pero entiéndase esto…“a sentirnos amados”. Porque Él nunca nos dejó de amar… pero cuando uno endurece su corazón, es incapaz de ver o sentir el amor.

No es una historia de vaqueros. Sucedió y el poder de esa historia sigue transformando vidas como la mía, dándome la oportunidad de escribir una nueva historia.

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