Llegar a un cumpleaños donde no conocemos a nadie, y mucho menos al festejado, sería una experiencia incómoda o quizá una aventura.
Es sabido que la fecha del nacimiento de Cristo no se tiene con exactitud y no celebramos como una letanía cada año, sino un hermoso pretexto para enfocarnos en el acontecimiento más importante de la humanidad.
Cien por ciento Dios, Cien por ciento humano. Una dualidad que en nuestra mente limitada jamás podremos comprender en totalidad. Pero no quiero enfocarme a esto.
La Biblia, el libro más vendido y leído, relata en Mateo 2 la llegada de los Magos, hacia donde estaba Jesús. Lo interesante es que ellos fueron guiados por una estrella. ¿Te imaginas este suceso extraordinario?. Supongo que sobre todas las estrellas, algo resaltaba en esta. Pero aún y con todo lo maravilloso del evento, estas personas fueron demasiado sabios para escoger lo bueno de lo excelente. Es decir, no se quedaron enfocados en las señales, sino a quién señalaban.
En esta vida le damos mucha importancia a las señales, a los Qué y se nos olvida los Quién.
Estas fechas solemos enfocarnos al arbolito, regalos, celebraciones y más…pero la persona de Cristo la hacemos a un lado. Debe ser más allá de una tradición.
Estas fechas solemos enfocarnos al arbolito, regalos, celebraciones y más…pero la persona de Cristo la hacemos a un lado. Debe ser más allá de una tradición.
En ese relato de Mateo, hubo otro personaje que supo de esa estrella por boca de los Magos. Y fue el rey Herodes. Pero al igual que los Magos, él le dio la importancia a quien la tenía. Pero…no de la misma manera.
Ambas partes creían sobre el nacimiento del Rey de Reyes. Pero solo los Magos se inclinaron para adorarle. Ambas partes se enfocaron más allá de seguir la estrella, sino en el destino, pero solo los Magos hicieron el recorrido.
Muchos podemos decir Creer… pero ¿Cuál de estas dos es la manera en que creemos en Él?.
Más allá de ver una señal, se trata de Él.
Más allá de las fechas propicias, enfoquémonos en Quién es Aquél que fue anunciado y no sólo se quedó en el pesebre…sino que su vida es una invitación a seguirle...
Reflexión Navideña / Cesia Carrillo C.