Por: Cesia Carrillo Clemente.
No cabe duda que debemos adecuarnos a las circunstancias que tras la pandemia han ido cambiando. Tal como lo es el aprendizaje intelectual. Quiero resaltar dos cosas. Se trata de adecuarnos, pero no acostumbrarnos. Siempre debemos forzarnos a salir de nuestra zona de confort manteniendo las metas fijas; pero teniendo la flexibilidad de que hay metas que pueden cambiar y no podemos aferrarnos a la gangrena de incertidumbre.
Quiero resaltar también el “Aprendizaje intelectual” contra Educación. Creo que el término educación ha tenido matices errados tanto de los padres, pensando que en las escuelas tienen la obligación de enseñarles a decir “por favor y gracias”.
Por otro lado, en las escuelas, se puede justificar que solo les compete asuntos intelectuales. Cada quien tendrá un punto de vista justificado y válido. Por ello, es que creo que la palabra educación, es tan amplia como para limitarla a aspectos intelectuales.
Por otro lado, en las escuelas, se puede justificar que solo les compete asuntos intelectuales. Cada quien tendrá un punto de vista justificado y válido. Por ello, es que creo que la palabra educación, es tan amplia como para limitarla a aspectos intelectuales.
La educación tiene que ver con la formación destinada a desarrollar capacidades intelectuales, morales y afectivas; estas, enfocadas a la normatividad de convivencia a la sociedad que pertenecen. Teniendo esta definición podremos determinar que denotativamente la educación compete a ambas partes. ¿Pero qué sucede en la actualidad?.
La educación (conociendo la amplitud del significado de la palabra) primigeniamente era una actividad de casa. Los padres, tenían la obligación (por amor) de enseñar valores, y de transmitir conocimientos intelectuales. Después se dio la apertura de las escuelas, porque no era del alcance de muchos padres, dichos conocimientos. Sin embargo, el asistir a ellas tampoco era posible para todos.
La actualidad ha forzado a volver a las raíces de la enseñanza intelectual, es decir, en casa. Eso sí, no tan a la deriva como en aquellos años; pues hay organismos que pueden dar la pauta para guiar a los padres a una calidad en la enseñanza.
La situación se complica cuando comenzamos a echar culpas, olvidándonos de quienes importan, los alumnos. No hay educación, sino hay a quién enseñar.
Los profesores, los padres, no tienen ese título, si no tienen alumnos y si no tienen hijos. Puede existir el conocimiento en nosotros, pero si no tenemos con quién compartirlo, no hay eco para una educación.
Los profesores, los padres, no tienen ese título, si no tienen alumnos y si no tienen hijos. Puede existir el conocimiento en nosotros, pero si no tenemos con quién compartirlo, no hay eco para una educación.
Vuelvo al primer punto. Estamos obligados a adecuarnos a las circunstancias que se viven hoy en día, sin conformarnos, y siempre teniendo en cuenta, que en este rubro de la educación, lo más importante son ellos.
Los niños, adolescentes y jóvenes que necesitan continuar su educación intelectual. Y como son ellos quienes más nos importan en este tema, no podemos seguir con las culpas, y el peso caerá en el amor hacia ellos y la vocación que adquirimos por la educación.
Los niños, adolescentes y jóvenes que necesitan continuar su educación intelectual. Y como son ellos quienes más nos importan en este tema, no podemos seguir con las culpas, y el peso caerá en el amor hacia ellos y la vocación que adquirimos por la educación.
* "Charla de Café con Cesia" de Lunes a Viernes 7:30 pm.- Sigue la transmisión en vivo por FB => https://www.facebook.com/CesiaCarrilloC...