Dedicado a mi mamá, Juanita Medrano Valenzuela, donde esté.
Con mano firme y amorosa
guiaste los pasos titubeantes de mi infancia,
también con ejemplos esforzados y pacientes
en mi tímida e inexperta adolescencia;
sonriente me dijiste que esperara,
que hay tiempo para todo en esta vida,
impaciente, emprendí torpe mi vuelo,
pensando que mi vida rápido acabara,
anhelaba aún con inciertos pasos,
conquistar la montaña y el amplio azul del cielo.
Se me hacían sin claridad sentimientos y valores,
tus esfuerzos diarios que todavía no entendía,
se me hacían excesivos tus mimos y palabras,
mis pocos resultados me enojaban
y conmigo mismo inmaduro me reñía;
no aprendí de tus vivencias y experiencias,
quería hacer mi propio mundo mejor que el tuyo,
con dudas hice a un lado sentimientos religiosos
y di más valor a la objetiva y exacta ciencia.
Claro que fui creando mi pequeño mundo
del cual con cierta vanidad me enorgullecía,
aunque no todo respuesta tenía,
entonces justificaba que más tiempo requería,
tiempo, tiempo, pasaba veloz el tiempo,
y empecé a ver diferentes tus valores, tus vivencias,
a tomarlos con humildad un poco más en cuenta,
no fácilmente cambia el hombre me decía,
buscaba y encontraba nuevas ideas, religiones e ideologías.
A veces me inquietaron mis caminos recorridos,
no todo se me aclaraba en el paisaje,
busqué, buscaba, solo pequeños vislumbres de luces,
afianzaron mucho mis inciertos pasos,
cambia, cambió el colorido ropaje;
mientras mi ignorancia seguía presente,
otras mil preguntas yo me hacía,
poco a poco sin temor, sin angustias incluso con alegría,
se que avancé en la ciencia y en la sabiduría.
Sigo recorriendo el amplio mundo,
con hombres y mujeres comparto mis ilusiones y mis dudas,
tu generosidad y paciencia vuelven a estar en mi mente,
valoro ahora más tus sentimientos,
más espacio llevando en mis alforjas,
escribí, escribo, muchas, cientos de hojas;
tu amor por mi lo reconozco y vivo,
madre, mamacita siempre presente,
ahora aprendo, aprendizaje que comparto
ahora observo y a veces hasta me divierte.
Me dejaste hacer lo que yo quería,
en su momento no valoré todo lo que tu me dabas,
apartaba tu ejemplo de vida sencilla,
hoy reconozco que valores me diste:
perseverancia, fe, responsabilidad y alegría;
cambio, cambian mis circunstancias y mi ambiente
sin violencia, sin destrucción ni muertes,
y camino ahora respetuoso a lado de la gente.
Mientras la vida gira, seguiré avanzando,
mientras la ciencia avanza, seguiré aprendiendo,
seguiré añorando tus cantos y tus risas,
mantendré al paso de los años mis sueños,
confiaré en Dios, confiaré en el hombre,
agradeceré el rocío y la fresca brisa,
ayudaré a mi hermano, al amigo,
seré leal con la persona amada,
sin temor, sin rencor, sin angustias,
recordando tus luminosos y bellos ojos verdes,
viviré y moriré donde esté, una y otra sin prisa.
(2009-mayo-10)