Los niños tienen derecho a jugar y soñar con su futuro sin llevar en sus hombros una agenda prescrita de los adultos.
Hoy en día los niveles de estrés ha aumentado, y esto ya no es propio de adultos, quienes creemos tener la justificación de sentirnos así, sino que cada vez más los niños y adolescentes se ven sometidos a fuertes cargas de estrés y en esta ocasión me quiero enfocar directamente, debido a la imposición de los adultos por una vida de “éxito”.
Se debe tener cuidado al proponer sueños o implantar pensamientos a quienes apenas están creciendo y descubriendo para qué son buenos, sus talentos y dones.
He sido testigo del nerviosismo de niños que temen por su futuro y se sienten fracasados por un “fracaso” en alguna materia.
Los adultos hasta llegamos a etiquetarlos como “niños problema” cuando no entendemos que tienen problemas pero no son. Lo crítico es que entre tanto y tanto, si los adultos no tenemos cuidado, si no somos empáticos, lograremos lo que tenemos.
No los saturemos, pensemos que son niños. Hagámoslos responsables sí, pero con cosas de acuerdo a su edad, no pensemos en vivir a través de ellos.
Hagamos adultos responsables, no frustrados.