Por: Cesia Carrillo Clemente.
“Que no quede huella que no que no” dice una canción popular. Pero en el contexto de la vida, nadie pasa desapercibido. Así sea el más callado, el más introvertido, siempre hay una huella, porque la física no cambia, somos materia, tenemos un peso, y en la arena sí o sí, se queda la huella.
El tipo de huella, del calzado depende. Aunque funciona quizá como una máscara. Más de una persona en la tierra tiene el mismo modelo. Pero qué único es, sin zapatos andar. Las huellas son más claras. A pie desnudo.
Si andamos de esa forma, la impresión se afirma. Las personas podrán seguir nuestros pasos…la pregunta es ¿hacia dónde vamos? ¿Cuál es nuestra dirección? La huella, tenlo por seguro, querido lector, que alguien, quizá un conocido ¡y hasta un desconocido! La verá y la seguirá.
Cuidemos nuestros pasos. Afirmemos nuestros pasos para que la huella no se borre rápido. Redireccionemos el camino, para ser un buen guía. Y aunque con el tiempo se borre, por los que continuaron, la senda seguirá.
