Diez días complicados (segunda parte)


* Un tuxpeño desde la Ciudad de México… 

Por: Carlos Lozano Medrano. 

El sábado 27 de septiembre de 1981 a sólo diez días del accidente anterior, los otros dos barcos salieron a pescar. El domingo en la mañana llegó alguien a avisarnos que el Tres Grandes II se había embarrancado en el Bajo de Tuxpan. Fernando “El Chino” era el patrón del barco. Ya después supimos que saliendo del río le asignaron la rueda del timón del barco a un nuevo tripulante de Tecolutla que no conocía los terrenos. 

Mi papá se fue en el barco Tampico para ver qué había pasado y rescatarlo. Me había encargado que tuviera a la mano los papeles del Seguro, en la noche que regresó, comentó que pasar lo que llevaban de un barco a otro fue una maniobra un poco peligrosa por el fuerte oleaje que había, enderezaron y aseguraron el barco con cables, revisaron por la parte de abajo el barco, también el oleaje había dificultado las demás maniobras que estuvieron haciendo. 

Cuando me preguntó del Seguro, le comenté que había habido una confusión y no se había renovado. Al otro día se volvió a ir mi papá con más gente, incluso con Chilolo y su lancha de fibra de vidrio, llevaron otra bomba para seguir achicándolo, Chilolo buceo bajo el barco y vio que tenía una abertura, le pusieron una plancha de madera de triplay, transcurrió todo el día, se hizo de noche, llegó el barco donde se habían ido, pero mi papá no venía ahí, cuando ya regresaban vieron que el tiempo se descomponía más, les indicó que siguieran a puerto y se regresó en el otro barco a recoger a la gente que se había quedado (una decisión muy arriesgada) en el barco embarrancado con la idea de que al otro día seguir con las maniobras de rescate. 

Con mi hermano Jorge nos fuimos en su Estaquita a la escollera a esperarlo, ya estaba muy neblinoso, después de un buen rato vimos las luces de situación de un barco que se acercaba poco a poco, hasta que entró a la bocana del río, eran ellos. Nos fuimos hacia el Astillero, mi papá nos dijo que por el mal tiempo ya no sería posible rescatarlo, que después habría que quitarle todo lo que pudiera aprovecharse: el motor, los tangones, etc. Además al otro día martes tenía cita en Pemex en la Ciudad de México. 

El jueves en la mañana estando en la oficina del Astillero llegó Chilolo en su lancha, me preguntó si íbamos al barco, le dije que fuera a ver como estaba el mar, raudo y veloz se encaminó, al rato regresó, que estaba calmado. Conforme nos fuimos acercando vimos el barco encaramado de frente, la mitad estaba bajo el agua, las cuerdas lo mantenían enderezado, revisamos el barco y nos regresamos. 

El viernes ya estando mi papá nos preparamos llevando otra bomba de gasolina más grande, nos fuimos varios: Fernando el capitán, Ismael el motorista, Andrés el cocinero, Fernando el mecánico, Sergio el electricista, Toño “Tochones”, Chilolo, no recuerdo quien más y yo. Primero pasamos al mercado a comprar algo para comer durante la posible maniobra que haríamos, se instaló la nueva bomba y se estuvieron achicando los tanques de almacenamiento de agua y el agua del interior del barco, poco a poco se fue elevando la parte trasera del barco. 

El sábado mi papá hablaría con Florentino Barrera para que alguno de sus barcos nos ayudara en la maniobra de jalar el barco y ponerlo a flote. Nosotros pasamos nuevamente al mercado para comprar comida, después nos enfilamos al mar, se siguieron haciendo las maniobras de achique. En otro barco mi papá nos envió un tanque con gasolina. Estuvimos esperando el barco que nos daría ayuda pero no llegó. Cerca de nosotros había varios barcos cuyas tripulaciones estaban descansando (los barcos camarones trabajan en las noches, los que eran de Tuxpan en ese entonces trabajaban tres o cuatro días, durante el día buscaban los Bajos para descansar). Cerca de las cinco de la tarde empezaron a echar andar sus motores, dirigiéndose a los “terrenos” que conocían propicios para la captura del camarón. 

Finalmente solo quedaba el barco Tampico, en algún momento anterior tuve problemas con Amado patrón de ese barco, me decía molesto que porqué la tripulación del Princesa también barco nuestro se habían ido a Tecolutla si eran de la casa, la gente de Tecolutla tardaba varios meses para ir a sus casas, me molestó el comentario, pero tenía razón. Creo que les dimos permiso de ausentarse porque supusimos que se rescataría en esos dos primeros días. 

Así que ese sábado que estábamos esperando no me animaba a acercarme para pedirle que nos ayudara, oí y vi que echaron a andar el motor e hice de tripas corazón, abordé la lancha y me acerqué, le comenté que el barco que esperábamos no llegaba, que nos ayudara, le dije que cuando nos encontráramos al barco que iba por nosotros se podían ir a pescar, inmediatamente dijo que si, se acercó al Tres Grandes, nos dio uno de los cabos que se amarraron a los mástiles de los dos barcos que estaban de popa, entonces el Tampico empezó a acelerar poco a poco y para sorpresa de todos nuestro barco se fue deslizando, hasta que quedo completamente flotando, era un gusto que así fuera, entonces en nuestro barco se hicieron maniobras para que quedara de frente y nos remolcaran, todo iba bien, ya iba oscureciendo y en algún momento empiezan los gritos, la bomba más grande se tapó y no achicaba, traíamos trabajando tres bombas, una pequeña y otra mediana, ésta también venia fallando, se quería la lámpara y no la encontraban, el nivel del agua empezó a subir, hubo desesperación, yo veía al frente buscando las luces de la bocana y todavía se veían lejos, la lancha se había quedado atrás y no entendíamos porque no avanzaba. 

Pensé que después de tantos esfuerzos parecía que el barco se iba a hundir, habría que llamar a los del Tampico para que nos rescataran, afortunadamente limpiaron la pichancha de la bomba grande y nuevamente empezó a bajar el nivel del agua. Seguía viendo la bocana, pensando que si era necesario ya dentro del río nos orillaríamos y lo dejaríamos ahí, pero no hubo necesidad. 

Cuando Ismael nos alcanzó con la lancha le pregunté molesto porque se había quedado atrás y dijo que se le había acabado la gasolina, el traía el tanque grande de gasolina, solo tuvo que volver a llenar el recipiente de la lancha, yo veía como las olas lo zangoloteaban. 

Como no llegó la ayuda Amado y su gente nos hicieron favor de remolcar el barco hasta el muelle (después supimos que no nos ayudaron porque nuestro barco en una situación anterior difícil no actuaron como se hubiera esperado de ellos). Yo traía dinero en una bolsa de plástico, así que le dije a Ismael que se adelantara a comprar una plancha de cervezas, cuando regresó le pedí que le avisara a mi papá que ya mero llegábamos. Cuando llegamos al Astillero, ya estaba mi papá, lógicamente todos estábamos contentos, así que le pidieron a mi papá más cerveza. La gente se quedó en el taller tomando y nosotros nos fuimos a casa. 

Al otro día que regresamos nos dijeron que a Chilolo le habían sacado un ojo, la noche anterior se fueron a un tugurio a seguirle, jaloneo a una chica, ella rompió una botella y le tiro un tajazo, sólo alcanzó a darle un arañazo que implicó que llegó con dos parches arriba y abajo de la cavidad ocular. 

Cuando esto ocurrió ya estaba decidido que el gobierno federal nos compraría los barcos, los particulares ya no podríamos pescar, se los vendería a las cooperativas. Desde la época del Presidente Cárdenas estaba estipulado en la ley que había especies marinas reservadas solo para las cooperativas. El barco se arregló, en enero y febrero se valuaron los barcos a nivel nacional y se los vendimos al gobierno.

( ICTU / septiembre-2020).

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