Otras Citas del libro “Un Minuto para el Absurdo”...

Comparte: Carlos Lozano Medrano
Director del Instituto Cultural Tuxpan Universal (ICTU)

<<Algunas personas afirman que no hay vida después de la muerte>>, dijo un discípulo.
<<Ah, ¿sí?>>, dijo el Maestro como tratando de eludir el tema.
<<¿No sería espantoso morir… y no volver a ver ni a oir ni a amar nunca más?>>
<<¿Eso te parece espantoso?>>, dijo el Maestro.  <<¡Pero si es así como vive la mayoría de la gente hasta que muere…!>>

*
Un discípulo decidió mostrarse más agresivo y directo:
<<¿Crees tú que hay vida después de la muerte?>>, preguntó.
<<Me extraña que insistáis tanto en ese tema>>, dijo el Maestro.
<<¿Y por qué te extraña?>>
<<Tenéis ahí, ante vosotros, este espléndido día de primavera>>, dijo el Maestro señalando con un gesto la ventana, <<y os comportáis como el niño que se niega a comer hoy porque no sabe qué le traerá el mañana… ¿Tenéis hambre? ¡Comed vuestro pan de cada día!>>

*
<<¿Cuánto tiempo me llevará resolver mi problema?>>
<<Ni un minuto más de lo que tardes en comprenderlo>> dijo el Maestro.

*
<<¡Mi sufrimiento es insoportable!><, dijo alguien.
Y le replicó el Maestro: <<El momento presente nunca es insoportable.  Lo que le hace desesperar es lo que piensas que va a suceder en los próximos cinco minutos o en los próximos cinco días.  ¡Deja de vivir en el futuro!>>

*
Cuando uno de los discípulos cometió una grave equivocación, todos esperaban que el Maestro le aplicara un castigo ejemplar.
Pero cuando, transcurrido un mes, vieron que no pasaba nada, uno de los discípulos le manifestó el Maestro su desacuerdo: <<No podemos ignorar lo sucedido.  A fin de cuentas, Dios nos ha dado ojos…>>
<<Sí>>, replicó el Maestro, <<y también párpados>>.

*
<<¿No sirve el sufrimiento para templar a la persona?>>
<<No es el sufrimiento lo que importa, sino el temperamento de la persona; porque el sufrimiento puede dulcificar a la persona, pero también puede amargarla, del mismo modo que el fuego del alfarero puede carbonizar la arcilla o, por el contrario, darle temple>>.

*
<<Ardo en deseos de encontrar algún tipo de fundamento sólido, de base firme, para mi vida…>>
<<Míralo de esta manera>>, dijo el Maestro: <<¿Cuál es el fundamento sólido de la migración de las aves de un continente a otro? ¿O cuál es la base firme del flujo de los peces hacia el mar a través de los ríos?>>

*
Lo que más costaba a los recién llegados era adaptarse a la humanidad y la absoluta sencillez del Maestro, el cual disfrutaba demasiado de las cosas buenas de la vida y de los placeres de los sentidos como para encajar en el esquema de lo que ellos consideraban que debía ser un santo.
Cuando uno ellos lo comentó con un discípulo, este le respondió:
<<Cuando Dios hace de un hombre un Maestro, no deshace al hombre que hay en él>>.

*
<<Hay una cosa que ni siquiera Dios puede hacer>>, le dijo el Maestro a un discípulo al que le aterraba la mera posibilidad de ofender a alguien.
<<¿Y cuál es?>>
<<Agradar a todo el mundo>>, dijo el Maestro.

*
Un joven describía entusiasmado lo que soñaba poder hacer por los pobres.
<<¿Y cuándo piensas hacer realidad tus sueños?>>, le preguntó el Maestro.
<<Tan pronto como llegue la oportunidad de hacerlo>>.
<<La oportunidad nunca llega>>, dijo el Maestro.  <<La oportunidad ya está aquí>>.

*
Cuando alguien expresó el odio que sentía hacia los opresores de su país, el Maestro le dijo:
<<Jamás permitas que nadie te arrastre tan bajo que te haga odiarlos>>.

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El Maestro afirmaba que una de las principales causas de infelicidad que hay en el mundo es el secreto placer que las personas encuentran en sentirse miserables.

Y refirió el caso de un amigo suyo que le dijo a su mujer: <<¿Por qué no sales y te diviertes, querida?>>
Y ella le respondió, irritada: <<¡Sabes perfectamente, querido, que nunca disfruto divirtiéndome!>>

*
El Maestro se burlaba de quienes se erigían en guías espirituales de otras personas, a pesar de estar ellos mismos perplejos y llenos de confusión.
Y le gustaba contar el caso de aquel autor que escribió una Guía para peatones y resultó atropellado el mismo día en que salió el libro.

*
<<¿Por qué viaja usted tan poco?>>, le preguntó al Maestro un periodista.
<<Contemplar a una persona o cosa cada día del año y descubrir siempre algo nuevo en ella… es una aventura mucho más apasionante que la que puede ofrecer cualquier viaje>>, dijo el Maestro.

*
En cierta ocasión, el Maestro oyó casualmente cómo un discípulo le decía a un visitante:  <<Tengo a honra el hecho de haber sido personalmente admitido como discípulo por el Maestro, mientras que se cuentan por centenares los que han sido rechazados>>.
Cuando tuvo ocasión, el Maestro le dijo en un aparte: <<Vamos a dejar una cosa muy clara desde el principio: si tú fuiste escogido y otros no, fue únicamente porque tú estabas más necesitado que ellos>>.

*
El Maestro podía ser enormemente crítico cuando pensaba que la crítica era necesaria.  Pero, por sorprendente que pueda parecer, nadie tomaba a mal sus reprimendas.
Cuando alguien le preguntó la razón de ello, el Maestro respondió:
<<Todo depende de cómo lo haga uno.  Los seres humanos son como las flores: abiertas y receptivas al manso rocío, pero cerradas y reacias al violento aguacero>>.


En todos estos cuentos, <<el Maestro no es siempre la misma persona.  Es al mismo tiempo un <<gurú>> hindú,  un <<roshi>> zen, un sabio taoísta, un rabino judío, un monje cristiano, un místico sufí... Es Lao Tse y Sócrates, Buda y Jesús, Zaratrusta y Mahoma

                                                          Carlos Lozano Medrano ICTU

(Extracto del libro “Un Minuto para el Absurdo” de Anthony de Mello)
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