...siento que nada malo me puede suceder cuando estoy entre mujeres: Gabo

 Por: Inés García Nieto.

¿Hasta qué punto han sido importantes las mujeres en tu vida?

Pregunta el escritor Plinio Apuleyo Mendoza a Gabriel García Márquez, en el libro: “El olor de la guayaba”.

Gabriel García Márquez respondió:

- No podría entender mi vida, tal como es, sin la importancia que han tenido en ella las mujeres. Fui criado por una abuela y numerosas tías que se intercambiaban en sus atenciones para conmigo, y por mujeres del servicio que me daban instantes de gran felicidad durante mi infancia porque tenían, si no menos prejuicios, al menos prejuicios distintos a los de las mujeres de la familia. La que me enseñó a leer era una maestra muy bella, muy graciosa, muy inteligente, que me inculcó el gusto de ir a la escuela sólo por verla. En todo momento de mi vida hay una mujer que me lleva de la mano en las tinieblas de una realidad que las mujeres conocen mejor que los hombres, y en las cuales se orientan mejor con menos luces. Esto ha terminado por convertirse en un sentimiento que es casi una superstición: siento que nada malo me puede suceder cuando estoy entre mujeres. Me producen un sentimiento de seguridad sin el cual no hubiera podido hacer ninguna de las cosas buenas que hecho en mi vida. Sobre todo, creo que no hubiera podido escribir. Esto también quiere decir, por supuesto, que me entiendo mejor con ellas que con los hombres.

En Cien años de Soledad las mujeres ponen el orden allí donde los hombres introducen el caos. ¿Es tu visión del papel histórico de los dos sexos?

- Hasta Cien años de Soledad, ese reparto de destino entre el hombre y la mujer fue espontáneo e inconsciente en mis libros. Fueron los críticos, y en especial Ernesto Volkening, quienes me hicieron caer en la cuenta, y esto no me gustó nada porque a partir de entonces ya no construyo los personajes femeninos con la misma inocencia que antes. En todo caso, analizando mis propios libros con esa óptica, he descubierto que en efecto parece corresponder a la visión histórica que tengo de los dos sexos; las mujeres sostienen el orden de la especie con puño de hierro, mientras que los hombres andan por el mundo empeñados en todas las locuras infinitas que empujan la historia. Esto me ha hecho pensar  carecen de sentido histórico: en efecto,  de ser así, no podrían cumplir su función primordial de perpetuar la especie.

 - ¿Dónde se formó en ti esa visión del papel histórico de las mujeres y los hombres?

 - Tal vez en casa de mis abuelos, mientras escuchaba los cuentos sobre las guerras civiles. Siempre he pensado que ellas no hubieran sido posibles si las mujeres no dispusieran de esa fuerza casi geológica que les permite echarse el mundo encima sin temerle a nada. En efecto, mis abuelos me contaban que los hombres se iban a la guerra con una escopeta, sin saber ni siquiera para dónde iban, sin la menor idea de cuándo volverían, y por supuesto, sin preocuparse qué iba a suceder en casa. No importaba: las mujeres se quedaban a cargo de la especie, haciendo los hombres que iban a reemplazar a los que cayeran en la guerra, y sin más recursos que su propia fortaleza e imaginación. Eran como las madres griegas que despedían a sus hombres cuando iban a la guerra: Regresa con el escudo o sobre el escudo”. Es decir, vivo o muerto, pero nunca derrotado. Muchas veces he pensado si este modo de ser de las mujeres que en el Caribe es tan evidente, no será la causa de nuestro machismo. Es decir: si en general el machismo no será producto de las sociedades matriarcales.

Gabriel García Márquez cuando cumplió 87 años

- Me pareces que giras siempre en torno al mismo tipo de mujer, muy bien representado en Cien años de Soledad por Úrsula Iguarán: la mujer madre, destinada a preservar la especie. Pero existen también en este mundo (tienes que habértelas encontrado en la vida), las mujeres castradoras o las implemente “alumbradoras”. ¿Qué haces con ellas?

- Éstas por lo general, lo que andan buscando es un papá. De modo que a medida que uno envejece está más propenso a encontrarlas. Un poco de buena compañía, un poco de comprensión, inclusive un poco de amor es todo cuanto necesitan, y suelen agradecerlo. Un poco de todo nada más, por supuesto, porque su soledad es insaciable.

- ¿Recuerdas la primera vez que fuiste perturbado por una mujer?

- La primera que me fascinó, como ya te dije, fue la maestra que me enseñó a leer a los cinco años. Pero aquello era distinto. La primera que me inquietó fue una muchacha que trabajaba en la casa. Una noche había música en la casa de al lado, y ella, con la mayor inocencia, me sacó a bailar en el patio. El contracto de su cuerpo con el mío, cuando yo tenía unos seis años, fue un cataclismo emocional del cual todavía no me he repuesto, porque nunca más lo volví a sentir con tanta intensidad, y sobre todo, con semejante sensación de desorden.

- ¿Y la última que te ha inquietado?

- Puedo decirte que fue una que vi anoche en un restaurante de Paris, y no te diría mentira. Me ocurre a cada instante, de modo que no llevo la cuenta. Tengo un instinto muy especial. Cuando entro en un sitio lleno de gente, siento una especie de señal misteriosa que me dirige la vista, sin remedio, al lugar donde está la mujer que más me inquieta entre la muchedumbre. No suele ser la más bella, sino una con la cual, sin duda, tengo afinidades profundas. Nunca hago nada: me basta con saber que ella está ahí, y eso me alegra bastante. Es algo tan puro y tan hermoso, que a veces la propia Mercedes me ayuda a localizarla y a escoger el puesto que más conviene.

- Aseguras que no tienes un pelo de machista, ¿Podrías dar un ejemplo para probarle a cualquier feminista desconfiada que no lo eres?

- La concepción que tienen del machismo las llamadas feministas no es la misma en todas ellas, ni siempre coincide con mi propia  concepción. Hay feministas, por ejemplo, que lo que quieren es ser hombres, lo cual las define de una vez como machistas frustradas. Otras reafirman su condición de mujer con una conducta que es más machista que la de cualquier hombre. De modo que es muy difícil demostrar nada en ese terreno, al menos en términos teóricos. Se demuestra con la práctica: Crónica de una muerte anunciada, para no citar sino uno de mis libros, es sin duda una radiografía y al mismo tiempo una condena de la esencia de nuestra sociedad. Que es, desde luego, una sociedad matriarcal.

- ¿Cómo definirías, pues, el machismo?

- Yo diría que el machismo –tanto en los hombres como en las mujeres –no es más que la usurpación del derecho ajeno. Así de simple.

…En el tema Supersticiones, manías y gustos
El Premio Nobel de Literatura en 1982 responde a otra pregunta:

- Siempre hay flores amarillas en tu casa. ¿Qué significado tienen?

- Mientras haya flores amarillas nada malo puede ocurrirme. Para estar seguro necesito tener flores amarillas (de preferencia rosas amarillas) o estar rodeado de mujeres.   

El escritor que nació en el cálido pueblo de Aracataca, Colombia el seis de marzo de 1927, Gabriel García Marquez, murió la tarde del jueves 17 de abril de 2014 a la edad de 87 años, acompañado de su esposa Mercedes y sus dos hijos varones.


(Artículo y Fotos tomados de la página de la Autora:"Mirada a Distancia">>> http://miradaadistancia.blogspot.com/). 
Compartir:

Copyright © Variedades | Powered by Blogger
Design by SimpleWpThemes | Blogger Theme by NewBloggerThemes.com