* A 8 años de una gran aventura...Por: Carlos Lozano Medrano.
En mi primera etapa en la Ciudad de México entre 1966 y principios de 1979 prácticamente perdí contacto con nuestra tradición tuxpeña del "Día del Niño Perdido", si tenía el recuerdo que el Banco de Tuxpan impulsó esta tradición regalando velitas.
Regresé a Tuxpan a principio de febrero de 1979, ya casado con Sara María y Marianita Ivalú de año y cinco meses. Cuando llegó diciembre 7, el día fue transcurriendo con tranquilidad, se fue acercando la siete de la tarde/noche, inquieto le pregunté a mi mamá si se seguía practicando la tradición, me dijo que sí. Cuando llegó la hora, sacamos las velitas y el carrito de caja de zapatos previamente preparado, con gusto vi que la mayoría de los vecinos de la calle Riva Palacio en Santiago de la Peña empezaban a salir, la calle se llenó de niños, velitas y carritos.
Los ocho años que vivimos allá y la suma de Carlos Toaki, Pedro Ulysses y Sara María, mis hijos, reforzaron el gusto por ésta bella tradición.
Por problemas económicos regresé a la Ciudad de México en octubre de 1986 y mi familia a principios de 1987, a partir de ahí cada 7 de diciembre lo hemos celebrado tanto en la ciudad de México como en Ecatepec donde llegamos a vivir. Incluso en alguno de esos años, encontré una reseña de ésta tradición escrito por el Prof. Ernesto Franco Cobos que nos pidió que mandáramos a imprimirlo cuando tuvimos el restaurante "El Ancla" allá en Santiago de la Peña para regalárselo a nuestros clientes, y copia de ese escrito se los regalamos a los vecinos que pasan por nuestra casa cuando estamos llevando a cabo esta celebración, lógicamente llama la atención, algún vecino llegó a comentar que pensó que era brujería, pero no, es una tradición con raíces cristianas.
Hago la aclaración que muchos momentos disponibles que tengo oportunidad visito Tuxpan. En el año 2012 Sari mi hija menor nos sorprendió invitándonos a Europa, nos dejó con la cara de ¿what?, ninguna de nuestras expectativas contemplaba ésta posibilidad. Tramitamos pasaportes, se compraron los boletos, el viaje inició el 6 de diciembre junto con la familia Campos Santana que de alguna manera serían nuestros guías y en el itinerario supe que el 7 estaríamos en Londres, si paisanos, en algún momento llegó a mi provinciana mente el expresar la tradición tuxpeña en la meritita capital del imperio inglés o antiguamente "Mancomunidad Británica de Naciones". Así que hice mi relación de lo que tenía que llevar: la cajita de cartón, una navaja para hacer las ventanitas, el hilo para jalarlo, la vela y los cerillos, pero mi hija y José Luis su novio me dijeron que las autoridades aeroportuarias eran exigentes en lo que era permitido llevar, así que para no tener ese problema me dije que por allá las conseguiría.
Llegamos en la tarde a Londres, nos instalamos y nos fuimos hacia Piccadilly Circus en un autobús de dos pisos, Aida hermana de José Luis quería recoger su boleto, había hecho reservación desde México para asistir a una obra de teatro. Estando en esa zona, empecé a buscar donde conseguir el material necesario, en una tienda compré un jugo en caja, por nuestro desconocimiento no encontré lo demás, me tomé el jugo y en mi frustración, lamenté un poco no haber llevado lo necesario, le pedí de favor a Sara María que me tomara unas fotos con mi cajita para que quedara antecedentes de una buena intención, no le hice caso a Bronco para que sí quedara huella. Además comprobé que si existe Europa.
Moraleja: cuando piensen en hacer algo, “hagan” no solo piensen lo necesario para llevarlo a cabo.