Aurelio y Carlos Barcelata


Al Bat


·                   Muchas felicidades al colega y amigo José González, “Pepe Monterrey” y a su esposa Rosalba “Nena” Cárdenas, por sus felices 45 años de matrimonio.  Enhorabuena.


Por: Jesús Alberto Rubio.


En homenaje póstumo: Este día, pero de 1947 nació en Cananea Aurelio Rodríguez Ituarte, Salón de la Fama del Beisbol de México, con enorme legado en la pelota nacional, el Caribe y de Ligas Mayores.

 Un gran protagonista del deporte rey; Guante de Oro con los Tigres de Detroit demostrando ser un excelso defensor de la tercera base y un   modelo de la consistencia en esa posición, con manos seguras y bendecido con un brazo fuerte y exacto.

Además, la elegancia y personalidad dentro del terreno de juego, e incluso su caballerosidad, sus otros grandes atributos.

En 1975, con Detroit, obtuvo el Guante de Oro (Gold Glove Award), siendo el primer tercera base de la Liga Americana desde 1959, al ganarle a Brooks Robinson el cual tenía 16 guantes seguidos.

De Aurelio, cuántas veces le he hablado/recordado:

Clase, fildeo y brazo

Y sabe usted que cuando se trata de calificar al mejor tercera base en la historia del beisbol mexicano, Aurelio Rodríguez surge como uno de los mejores de todos los tiempos al lado de   Felipe Montúfar, Molinero Montes de Oca, Leo Rodríguez, Celerino Sánchez, Nelson Barrera y Vinicio Castilla.

Claro, las estadísticas ofensivas de Castilla, son superiores, aunque en fildeo y brazo, Aurelio fue mejor.

Su defensiva fue formidable: no se olvida la forma en que con gran habilidad y valentía detenía todo lo que iba por la antesala, confirmando su calidad con los tiros rápidos y certeros que hacía la inicial y cualquier base.

Su constancia de grandeza, elegancia y personalidad; magnífico fildeo, potente brazo y al bat siempre un peligro y con poder, ubicó a Aurelio entre los mejores de su época en el beisbol de México, EU y el Caribe.

Debutó a los 17 años

Al igual que Francisco “Chico” Rodríguez, Aurelio fue orgullo de su padre Aurelio “El Güerito” Rodríguez Valenzuela, un magnífico jugador de la Liga de Sonora, quien vio con admiración cómo su vástago debutaba en la pelota profesional a sus 17 años en la Liga Central.

De allí pasaría a los Charros de Jalisco para llamar la atención de Martin Wilkes, scout de talentos de los Angelinos, ingresando a su franquicia a los 19 años en 1967.

Cuando en 1970 pasó a los Senadores de Washington, sorprendería con 19 cuadrangulares, 83 impulsadas y su liderazgo en asistencias en la esquina caliente. Ese año bateó para 249.

Sin embargo, con todo y esos números, para su suerte fue enviado a los Tigres de Detroit con quien jugaría desde 1971 hasta 1979 teniendo ahí sus mejores años de la Gran Carpa.

Ya instalado como todo un estelar, con su impecable fildeo, en 1975, le cortó la racha a Brooks Robinson de estar ganando los Guantes de oro de la Liga Americana. También lideró el porcentaje de fildeo como tercera base en 1976 y 1978.

En la Serie Mundial de 1981

Más tarde lo gozamos a morir (igual que a Fernando Valenzuela), en la serie Mundial de 1981 en la que bateó para los Yankees  .417 (de 12-5).

Imposible olvidar aquella coronación de los Dodgers tras perder los primeros dos partidos en NY, con un Aurelio brillando en la esquina caliente durante cuatro partidos luego de sustituir a Craig Nettles, quien se había lesionado un dedo en el segundo juego celebrado en Nueva York, impidiéndole volver a jugar en esa serie.

Usted recordará que en el tercer partido, teniendo como escenario al Dodger Stadium, se dio un momento histórico para el béisbol mexicano: Por primera vez se enfrentaban en un mismo Clásico dos paisanos: Aurelio y Fernando “El Toro” Valenzuela.

El “Toro” ganó dramáticamente 5-4 a pesar de recibir jonrones de Bob Watson y Rick Cerone, en tanto Aurelio le conectaba par de hits.

En el cuarto juego volvió a conectar de 4-2; en el siguiente, de 3-0, y en el sexto y último partido, de 1-1.

Más tarde, en el invierno de enfrente, un 18 de noviembre, los Yankees lo enviaron a Medias Blancas y George Steinbrenner le dedicó buenas frases: “Hizo todo lo que se le pidió y lo hizo muy bien. Lamento dejar ir a un jugador tan caballeroso. Buena suerte”.

Su carrera en la Gran Carpa, en siete equipos terminó en 1983, acumulando .237 con 124 jonrones 1,570 hits, 287 dobles, 46 triples y 648 carreras producidas en 2,017 juegos.

Su estadía en ese béisbol se prolongó 17 años ya que después de jugar con California (1967-70), vistió las franelas de los Senadores de Washington (1970), Tigres de Detroit (1971-79), Padres de San Diego (1980), Yankees (1980-81), Medias Blancas de Chicago (1982, 1983) y Baltimore (1983).

En México…

En la LMP vio acción 18 años con los Cañeros de Los Mochis y Yaquis de Cd. Obregón; pegó 208 dobletes, 11 triples, 129 jonrones y concluyó con un global .273.

En la LMB estuvo con los Charros de Jalisco, Tigres de México, Sultanes de Monterrey y Saraperos de Saltillo. Fueron sólo seis temporadas y promedió .309 de porcentaje.

Representó a México en dos Series del Caribe: en 1978 en Mazatlán, con los Tomateros, y en 1984 con Los Mochis en San Juan, Puerto Rico, donde dejó constancia de su calidad siendo elegido para El Equipo Ideal por su estupenda actuación en la antesala.

Antes, en 1974, integró al equipo Venados de Mazatlán dirigido por Ronnie Camacho, pero en el primer juego se lesionó en un revire   a primera base y ya no vio acción en lo que fue el primer clásico de esa naturaleza en México (Hermosillo) en el estadio que aún se llamaba “Gigante” –o “Coloso—de El Choyal”. 

La historia del 74 nos dejó lo siguiente:

Los Criollos de Caguas vencieron en el sexto juego de la serie final (13-3) a los Indios de Mayaguez para obtener su décimo sexto banderín y segundo en cuatro finales consecutivas.

Aquella ocasión con 4-2 se coronaron bajo el mando de Bobby Wine, pero para nosotros lo más sobresaliente fue ver cómo Héctor Espino fue campeón  bat como refuerzo de los Yaquis de Obregón (.429), además de ser el JMV.

Fue la serie en que la LMP presentó dos equipos a los campeones Venados de Mazatlán y los subcampeones, Yaquis de Ciudad Obregón dirigidos por Marte de Alejandro.

Esa ocasión, Venezuela no acudió a la cita al “Espino” por huelga de sus peloteros.

Fue y ha sido una inolvidable clásico latino porque eran los tiempos en que MLB todavía permitía a sus grandes estrellas y prospectos jugar en invierno en el área del Caribe.

Imagínese tener el privilegio de ver, precisamente con Caguas, al receptor Gary Carter; el tercera base Mike Schmidt (Hoy miembros de Cooperstown); a Steve Garvey, César Gerónimo, Tom Paciorek, Many Mota, Charlie Hough y Bruce Ellingsen, con Tigres de Licey dirigidos por Tom LaSorda.

Otros fueron Bill Buckner, Willie Montañez, Manny Mota, Pedro Borbón, Jesús Rojas Alou, Jay Johnston, Otoniel Vélez, y así otros estelares de su tiempo.

Por nuestros dos equipos, a Ken Tekulve, (Yaquis); Jorge Orta, Fernando López, Aurelio Rodríguez, Celerino Sánchez, Jack Pierce, Max León, Enrique y Vicente Romo; Paquín Estrada, Carlos “Chaflán” López, Juan Navarrete, Eleno Cuén, Rommel Canada, Darrell Thomas, Ed Bauta, Aurelio López, Dennis O´Toole…

Esa vez “Cele” fue el mejor productor de carreras con 8.

Obregón y Licey fueron subcampeones, seguidos de los Venados (2-4).

El Equipo Todos Estrellas lo integró: Gary Carter-Caguas (Receptor); Héctor Espino (Obregón, Primera Base); Jorge Orta (Obregón, Segunda Base); Celerino Sánchez (Obregón, Tercera Base); Rudy Meoli (Caguas, Campo Corto); jardín derecho, Tom Paciorek (Licey); izquierdo, Jesús Rojas Alou (Licey); central, César Gerónimo (Licey);  lanzador derecho, Ed Bauta (Yaquis); zurdo, Ramón Hernández (Caguas).

También brilló como estratega

Como mánager llevó al banderín en 1991 a los Sultanes de Monterrey en serie final contra los Diablos Rojos.

También fue coach en las Ligas Menores con Cleveland y Arizona. Volvió a la Liga Mexicana como manager en 1995.

Por su grandeza en los diamantes y fuera de ellos fue reconocido en múltiples ocasiones, hasta llegar a la galería de los inmortales en el Salón de la Fama del Beisbol Profesional Mexicano. (Fue electo en 1995).

En realidad, cuánto hay que contar del gran Aurelio Rodríguez, quien falleció el 23 de septiembre del año 2000  al ser atropellado en una calle citadina de la ciudad de Detroit.

 La última vez que saludé a Aurelio Rodríguez Ituarte fue el 18 de marzo de aquel mismo año en el estadio “Héctor Espino”.

Ocurrió cuando uno de los juegos de pretemporada de los D-Backs (contra Anaheim), donde el inolvidable tercera base  trabajaba en funciones de coach con el equipo de Arizona.

Nuestro agradable saludo fue estrechando nuestras manos entre la red del backstop del estadio e intercambiamos un grato diálogo de amigos.

Ese año y en este béisbol de invierno, Aurelio iba a trabajar por vez primera como coach de bateo de los Naranjeros de Hermosillo. 

Ya no lo volví a saludar.

Carlos Barcelata Lagunes

Le pedí al profesor de Educación Física Carlos Barcelata Lagunes me enviara una foto de compañeros de su generación y con gran disposición lo hizo.

En la foto se ve a distinguidos integrantes de la Generación 1972-1976 de la Escuela Normal de Educación Física de la Universidad Veracruzana: José Antonio Buenrostro, Salvador Guzmán, Miguel Ángel Mendoza, Carlos Barcelata, José Antonio Puriel,  Vicente Gonzalez (+), Josá Vidales y Gonzalo Chávez.

En el mensaje, Carlos recordó –recordamos—al maestro Gabriel Pérez Valdivia, quien ya falleció. Fue también su compañero de generación.

Barcelata, también amigo de aquella época, hoy cuenta con 43 años de servicio como profesor de Educación Física en el nivel de Secundaria.

Fue    subdirector del Instituto Veracruzano del Deporte cuando lo dirigió otra gran amistad, el Ing. Carlos Sosa Lagunes, un enamorado del beisbol, ya sabe usted, padre de los peloteros Carlos y Humberto, éste, integrante de la selección mexicana de beisbol. 

Asimismo, Carlos Barcelata fue   director de Fomento Deportivo de Boca del Río.

Enhorabuena por estar de nuevo en contacto gracias a estas benditas redes sociales. Mi admiración y reconocimiento a su trayectoria.
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