Autor: Prof. Gilberto Tejeda Salazar.
Era un sueño sublime,
contemplar un bello atardecer.
Tú, serena y apacible,
yo, disfrutando de tu ser.
Era una ilusión mágica
entrelazar tu mano con la mía,
sentirla turbada y cálida,
llenando mi alma de alegría.
Era una esperanza milagrosa,
probar de tus tibios labios,
la miel que guardan las rosas,
la experiencia de tus años.
Era un deseo incomparable,
despertar a tu lado una mañana,
después de una noche inenarrable,
de acariciar tu piel blanca y lozana.
Era un sueño, era una ilusión.
Era mi deseo, era mi esperanza.
Era un todo, era robarte el corazón.
Era mi mundo, mi fe, mi confianza…