Calavera


 PARA EL LIC. CAMILO HERNÁNDEZ.

La muerte tilica y flaca, 

a nuestro Tuxpan llegó;

armando gran alharaca,

al centro se dirigió.


Siempre con mucho sigilo, 

pensando en su buena suerte,

al licenciado Camilo

le preparaba la muerte.


En su recorrido incansable, 

no faltó quien le dijera;

dónde podía encontrarle,

cuál era su madriguera.


De inmediato la huesuda,

al Antonio’s restaurante,

presta y sin alguna duda

al lugar llegó campante.


El licenciado Camilo,

saboreaba su café,

con su peculiar estilo;

de mucha pompa y caché.


La calaca disfrazada

a la mesa se acercó,

con el velo muy tapada

sin permiso se sentó.


¡Buenos días licenciado!

Dijo la muerte de entrada,

quiero sentarme a su lado,

habló la muerte educada.


Camilo sin maliciar,

no reconoció a la muerte,

ese error, le iba a costar,

se le iba a acabar la suerte.


Quiero escribir para usted,

se ofreció la muy ladina,

en su página de internet,

¿dígame usted qué opina?


Camilo harto interesado,

se le iluminó la mente,

era algo inesperado,

aceptaría a la presente.


Al licenciado Camilo,

le encantó el ofrecimiento,

aceptando muy tranquilo, 

sin ningún requerimiento.


A punto de darle un sorbo,

a su café matutino,

la muerte plena de morbo,

le clavo un puñal muy fino.


El famoso licenciado,

ya se encuentra en el panteón.

Con la huesuda a su lado,

Tomando café Colón.

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