Anoche
en el intercambio de palabras
y besos amorosos.
Preguntaste enternecida:
¿Qué harás mañana?
Con mi corazón en la mano
te respondí:
El mañana inicia ahora con tu despedida.
Dormiré y soñaré
en un mundo nuevo,
donde la libertad de amarnos existe.
Soñaré que nos pertenecemos en lo cotidiano
y que la realidad del sueño
nos permite vivir juntos.
Soñaré en un abrazo prolongado
y sin zozobras.
Soñaré con tu sonrisa
la que me ha hechizado los sentidos.
Soñaré con esa mirada profunda,
plena de esperanza
por el amor descubierto.
Soñaré con tu piel,
la que apenas conozco
y que ya la he sentido.
Soñaré con tus cálidas manos,
aferradas a mi rostro
en el ahogo de un beso atrevido y seductor.
Soñaré que no despertamos nunca
y quedamos fundidos en la eternidad.