Empiezo pensando ¿Quiénes han sido padres de mi familia directa? porque ya vamos acercándonos al domingo 20. De mis abuelos para acá por la línea paterna son Anastacio Lozano Juárez de San Luis Potosí y por la materna Carlos Medrano Lazalde de Durango. Mi papá Pedro Lozano Rodríguez de San Luis Potosí, su niñez y juventud las vivió en Tampico donde inició la familia Lozano Medrano al casarse con mi mamá Juanita Medrano Valenzuela. Allá por 1947 llegaron a Tuxpan. La siguiente generación de padres somos José Arturo (+), un servidor Carlos, Gilberto, Jorge (+) y Gustavo y al casarse mis hermanas María de Lourdes y Juanita Delfina, Miguel Florencia Lugo y Joel Moncayo Ramírez respectivamente. Y hacia adelante siguen todo un grupo de jóvenes y nuevos padres que siguen y seguirán aportando vida, fortaleciendo y enriqueciendo el árbol familiar.
Qué bendición ser padre, muchos hemos tenido esa dicha. La creación de una familia con naturalidad, amor, alegría, compromiso y responsabilidad nos producen muchas satisfacciones.
Aunque también reconozco que ha habido y seguirá habiendo irresponsables que solo buscaron su propio placer, abandonando a la madre y al hijo a su suerte. Y sin pretender generalizar porque cada cabeza y cada vida es un mundo, sabiendo de gente que afortunadamente ha sabido romper círculos viciosos, reflexiono que esta situación anómala llega a generar un desequilibrio en el individuo y por lo mismo en la familia, en la sociedad y en su trascendencia, al no haber una figura paterna presente, física, sicológica y espiritualmente costándole más esfuerzo aceptar el orden y la disciplina, generándole debilidad en su desarrollo, una insana rebeldía, inconformidad con la vida y con los otros, afectándole en una valoración adecuada de lo bueno que tenga y dificultándole entender y aceptar que hay un Ser Superior Creador si no tiene claro que hubo un ser humano creador o responsable de su vida y educación. Con el liberalismo actual, con la no aceptación de límites, con la búsqueda del placer y los excesos, apartando los valores morales-éticos cada día se van dando más esta condición enfermiza del hombre. Ojalá estos hermanos tomen consciencia.
Finalmente mi felicitación y reconocimiento a todos los hombres-padres que siguen aceptando y viviendo su calidad de esposos, de padres y de ciudadanos de bien, velando primera y plenamente por la felicidad de su esposa y de sus hijos, solo restándome decir en toda la extensión de las palabras, que merecen sentir la satisfacción del deber cumplido y el disfrute de su Día del Padre. ¡Enhorabuena!.
(ICTU * Junio-2021).
