Migrantes

Por: Carlos Lozano Medrano. 
Dedicado a mi amigo Emilio Benigno Pérez Aguilera y a su papá que desde Ribadesella, Asturias, España llegó a México a finales del siglo XIX y  después se estableció en Santiago de la Peña, Tuxpan, Ver.

Sabemos que hay personas que siempre han vivido en un solo lugar, pero también de muchos otros que principalmente por cuestiones de trabajo o estudio han buscado otros lugares.

Históricamente sabemos que desde la existencia de los primeros hombres sobre la faz de la tierra estos fueron nómadas, las glaciaciones provocaban movilidad por mejores condiciones de vida y la búsqueda de alimentos.

Tiempo después por conquista territoriales y por el comercio también. Actualmente la migración se sigue dando por millones de personas en todo el mundo provocadas por las guerras, por fenómenos naturales, por la búsqueda de mejores condiciones de vida.

Aquí relato las migraciones relacionadas conmigo: 
    
Doña Concepción y don Anastacio, mis abuelos paternos, migraron de San Luis Potosí, S.L.P., a Tampico, Tamps., cuando Pedro mi papá tenía meses de nacido.
    
Doña Gabriela (Josefina) de Canatlán, Dgo., después de que murieron sus papás estuvo viviendo con alguna hermana mayor que la maltrataba, por lo que siendo una niña o adolescente se escapó, primero siguiendo la vía del tren, luego pasó por la ciudad de México y finalmente llegó a Tampico. Don Carlos de Durango, Dgo., en algún momento emigró a Tampico. Su mamá era extranjera, no supimos de qué nacionalidad.  Mis abuelos maternos se   casaron. Juanita mi mamá fue la hija mayor.
    
Juanita y Pedro mis papás se conocieron y casaron en Tampico y poco  después se fueron unos meses a Poza Rica, Ver., y después se establecieron en Tuxpan, donde nacimos María de Lourdes, José Arturo, Carlos, Gilberto, Juana Delfina y Jorge.

Cuando el gobierno decidió construir el puente Tuxpan, tuvimos que cambiarnos, mi papá compró un terreno y construyó su casa en la calle Constitución. Ahí pasaban vendiendo productos del campo personas de Higueral, conforme se trataron más, les pidieron a mis papás si una joven de su familia podría vivir en casa para que estudiará en Tuxpan, y llegó Elvia. También nos visitaba don Tomás de Zapotal Santa Cruz, recuerdo que en alguna ocasión injertó unos naranjos, conforme se fue dando el trato planteó a mis papás que quería que su hija estudiara y si podía vivir con nosotros, así llegó Felisa. 
    
Cuando mi hermana María de Lourdes y yo terminamos la Secundaria, mi papá quería que siguiéramos estudiando, mi hermano José Arturo ya tenía un año estudiando en la ciudad de México, mi mamá y todos los hijos llegamos a vivir a Naucalpan. Mi papá se quedó solo en Tuxpan, rentó la casa a una familia que llegó de Naranjos, lo que era un pequeño gallinero lo acondicionó como su cuarto. Por acá nació mi hermano Gustavo.

Después de dos años mi mamá y mis hermanos se regresaron a Tuxpan, en esos días mi papá vendió su casa y compró otra en Santiago de la Peña. Yo me quedé viviendo con unos compadres de mis papás y seguí estudiando, hasta que me casé.
    
Sara María y yo vivimos en la Ciudad de México, por el rumbo de La Villa, al año y medio nos fuimos a vivir a Tuxpan, ya había nacido Marianita Ivalú.

Durante dos años me dediqué a la actividad camaronera, por demagogia del gobierno la tuvimos que dejar.

Después de ocho años por problemas económicos nos regresamos a la Ciudad de México, ya sumando a Carlos Toaki, Pedro Ulysses y Sara María.

Por eso cuando me preguntaban que había hecho en Tuxpan les decía que "hijos", porque nos fuimos con una y regresamos con cuatro.

Un poco de año y medio después nos cambiamos a Ecatepec, en ese tiempo dos sobrinos vinieron de Tuxpan a estudiar y vivieron con nosotros, primero Miguel que al terminar su carrera y casarse se fue a vivir a Tepeji del Río y después Román, este último terminando se regresó a Tuxpan.

Mariana hizo una misión laica con los Misioneros Servidores de la Palabra y estuvo en Celaya, Gto., ya como religiosa quería que la enviaran a alguna misión de las que tienen fuera del país, al darle la oportunidad de estudiar en la Universidad Pontificia, se ha quedado dando clases a sus compañeras y compañeros.

Después de casi quince años nos regresamos a la Ciudad de México, donde seguimos viviendo hasta la fecha, durante un tiempo mi sobrina Alejandra vivió con nosotros.

He tenido la inquietud de regresar a Tuxpan, pero no considero necesario cerrar mi ciclo de vida en mi tierra, ya le he comentado a mi esposa que donde muera, ahí me siembre. Así que ya Dios dirá y los vivos decidirán...
    
Concluyendo, es natural o común migrar de una ranchería, de una comunidad hacia un pueblo cercano, una ciudad, una gran ciudad, alguna capital de Estado o la gran capital nacional y en menos proporción a la inversa. También se da la migración de un país a otro, cada país está en su derecho de establecer las bases para aceptar la migración, pero también tendría la obligación de darles un trato justo. La gran mayoría en busca de mejorar sus condiciones de vida, trabaja y hace grandes aportaciones al desarrollo del país receptor. Y a la vez hace importantes aportaciones económicas a su familia y a su país de origen. Las migraciones seguirán internas y extrafronteras.
(Instituto Cultural Tuxpan Universal / ICTU - 12 de mayo de 2020).
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